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El presidente de los socialistas portugueses bate todos los récords de enchufismo

Su primo, su esposa, su hijo, su nuera y su hermano ocupan cargos políticos en el organigrama nacional o en el regional de las islas Azores, de donde procede Carlos César

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Francisco Chacón

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El presidente del Partido Socialista portugués, Carlos César, bate récords dentro del escándalo de enchufismo que abochorna a los ciudadanos de a pie por el descaro con el que el Gobierno de António Costa ha montado toda una trama familiar.

Su primo Francisco Fernandes Gil fue designado administrador de la empresa pública Navegación Aérea de Portugal (NAV) y el propio primer ministro ratificó el nombramiento en 2016, a instancias de dos ministros socialistas: Pedro Marques, de Planificación e Infraestructuras, y el mismísimo Mário Centeno, de Finanzas y hoy también presidente del Eurogrupo.

Pero no queda ahí el asunto porque toda la familia directa de Carlos César, originario de Ponta Delgada (Azores), está colocada en puestos del Gobierno regional de las islas. En todos los casos, saltándose los mecanismos relacionados con los pertinentes concursos públicos : su esposa, Luisa César, preside la Casa de la Autonomía (pues Azores es, junto con Madeira, el único enclave autonómico existente en Portugal); su hijo en la estructura regional del Partido Socialista; su nuera como adjunta de la secretaria del Gobierno regional y el hermano reclutado por el exministro de Cultura para el actual Ejecutivo.

A Carlos César no se le ha ocurrido otro argumento de defensa que apelar a la tradición de su familia y, de hecho, recordó que su bisabuelo y su bisabuela ya estaban en su día involucrados en cargos políticos.

Con el clan César, sube a 48 el número de cuñados, esposas, primos y demás enchufados en uno u otro puesto de la Administración socialista, tanto en su estructura nacional como en la del archipiélago de las Azores.

La polémica no cesa y se alzan cada vez más voces que claman contra semejante red de nepotismo . Los portugueses miran al presidente de la República, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, quien ya ha dejado claro que «esto se tiene que acabar» y hasta promueve un cambio en la legislación para evitar que se repita.

¿Y el primer ministro? Pues resulta que António Costa no le concede demasiada importancia a esta situación, como asimismo acaba de subrayar el ministro de Asuntos Exteriores, Augusto Santos Silva.

Se cumplen, por tanto, las palabras pronunciadas hace unos días por el líder del principal partido de la oposición, el conservador PSD, en vista de que Rui Rio declaró en Oporto: «Lo peor de todo es que al Partido Socialista le parece normal».

Los ciudadanos lusos, hartos del deterioro en la Sanidad y en la Educación, ponen ahora el grito en el cielo a causa de este panorama de corrupción, cuando faltan menos de seis meses para las próximas elecciones legislativas.

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