JAQUE A LA PRENSA EN MÉXICO
«Lourdes Maldonado siempre decía la verdad, por eso la mataron»
Varios periodistas mexicanos denuncian «la precariedad, la inseguridad y la autocensura»
Borja Rama
Nezahualcóyotl Cordero, director de CG Noticias y crítico con el gobierno de Quintana Roo (México), sufrió un intento de asesinato a la salida de su casa de Cancún el pasado martes. Se salvó porque la pistola del malhechor que le apuntaba a la cabeza se ... encasquilló, tiempo en el que logró abalanzarse sobre el atacante, quien previamente le habría espetado: «Vine por ti periodista». El país mesoamericano suele liderar el ranking como el más letal para los profesionales de la comunicación, seguido de Afganistán, que está dirigido por los talibanes.
Con todo, Alberto Peláez, corresponsal jefe de los noticieros de Televisa en España durante más de 30 de años y curtido en 19 guerras, entre ellas la del Daesh, explica a ABC que no es un estado fallido: «No se puede satanizar a México. La nación hermana tiene 130 millones de personas». Respecto a la violencia que sufren los periodistas, sí admite que, dependiendo del estado, son «sumamente vulnerables». «Lourdes Maldonado era amiga, combativa y decía siempre la verdad. Por eso la mataron. Hay que exigir responsabilidades».
La sempiterna postura del Gobierno con el consabido despliegue de fuerzas y comunicados varios tras un caso mediático de violencia como el de Maldonado ha seguido su senda habitual: « Hay avances importantes, judicializaciones, detenciones y líneas de investigación», auguró Rosa Icela, ministra de Seguridad y Protección Ciudadana, sin otorgar datos concretos.
Añadió que habrá un cambio sobre el sistema de protección a los periodistas cuyo estandarte es el botón del pánico, vislumbrado como fallido. Tal y como constata EP, la postura del presidente López Obrador no ayuda. Salpicado por la casa de su hijo mayor en Texas, presuntamente cedida por un exdirectivo de Bake Hughes -la segunda mayor petrolera del mundo-, aprovecha para arremeter contra su mayor azote, el afamado periodista Carlos Loret de Mola, al que tilda de «golpeador, mercenario y sin principios» y a la no menos conocida Carmen Aristegui a la que acusa de «engañar durante mucho tiempo». Ambos han liderado las pesquisas sobre la familia presidencial.
Respecto a los 47 asesinatos a informadores en la mitad de su sexenio, López Obrador, asegura que «los adversarios (políticos) los utilizan para atacarnos» y declara que «siempre o casi siempre se detiene a los agresores». La Comisión Nacional de los Derechos Humanos informa que sólo en uno de cada diez asesinatos de periodistas se hace justicia, el resto quedan impunes.
Doble peligro
El estado mexicano de Zacatecas es uno de los más peligrosos debido a la pugna del control de la ruta de la droga que se disputan las bandas organizadas. Aquí se han sucedido escenas y avisos de barbarie nunca vistos, como los diez cuerpos abandonados en un todoterreno en la plaza central o los diez cadáveres recientemente colgados de puentes a las afueras de la capital. La española Raquel Ollaquindia, presentadora en el Telediario de Televisa Zacatecas, explica que solo en lo que va de año han asesinado ya a doce policías: «Si no respetan a las fuerzas de seguridad, ¿qué podemos esperar que hagan con los periodistas, que solo vamos armados con una libreta y un bolígrafo?», espeta, recordando las palabras del director del 'Monitor Michoacán' por el asesinato de un compañero que denunció la corrupción de a administración municipal. «El temor siempre existe en este contexto y como mujer el miedo es doble», insiste la periodista. Las cifras apoyan su inquietud: en el país se cometen once feminicidios diarios y hay 434 agresiones contra mujeres periodistas, de acuerdo con la organización Comunicación e Información de la Mujer. La periodista pone sobre la mesa otro problema: «No podemos confiar en que las autoridades nos vayan a proteger. Aparte, son ellas principalmente las que agreden a los periodistas. Ya no sabes en quien confiar». Tal y como ha documentado 'Artículo19', más de la mitad de los ataques se produjeron a periodistas que cubrían noticias de corrupción y política, por lo que muchos fueron amenazados por funcionarios públicos.
Miguel Hernández, reportero de la cadena Organización Editorial Mexicana, trabaja en Tijuana, donde han sido asesinados dos de los últimos periodistas, a los que trataba: «Intentas no nombrar a los que están investigando estos asesinatos. Si 98 de cada 100 homicidios, según Reporteros Sin Fronteras, quedan impunes, ¿con qué garantía reportas tu trabajo?». Hernández analiza la situación límite: «El ambiente está enrarecido. Ni el mecanismo más sofisticado te va a salvar la vida si alguien peligroso se siente amenazado con lo que escribes. El Estado debería dar garantías, ya que con dos llamadas tienes a un sicario a tu servicio».
Falta protección
La periodista Laura Sánchez Ley huyó de Tijuana a la capital por la violencia que ejerció sobre ella la policía federal en una manifestación sobre Pemex, la petrolífera de México. Fue una de las oradoras de la protesta frente al Ministerio de Gobernación tras la muerte a balazos de su amiga Lourdes Maldonado. Ante la presión ejercida denuncia que la Comisión Estatal de Derechos Humanos chivó a la policía sus datos personales. Después de cubrir sucesos sobre narcotráfico se sintió «vulnerable». «Lourdes vino a romper el modelo ya que como mujer nos relegaban a la sección de espectáculos. Nos enfrentábamos al desprecio en el trabajo y al de la policía en las calles», admite. A esto hay que añadir que no tienen acceso a chalecos antibalas o sistema de monitoreo porque su salario no suele superar los 200 euros al mes, por lo que muchos se ven abocados a tener un segundo trabajo para llegar a una remuneración digna. «Ninguno de los casos de periodistas muertos está resuelto, ni te enteras de lo que ocurre en zonas calientes. Margarito Martínez -asesinado hace unos días- era muy luchador, llegaba antes que la Policía a la escena del crimen y hacía el trabajo que nadie quería hacer. El fotoperiodista ayudaba a los agentes, en ocasiones, a mover a los muertos», narra su amiga.
El presidente de Periodistas Unidos, Jorge Meléndez, que escribe en más de una treintena de medios, fue el impulsor de la movilización de los reporteros que se celebró el pasado 26 de enero. Eso sí, confiesa que tras la protesta se ha pedido a muchos participantes que guarden silencio. Según 'Artículo19', el 45 por cien de los asesinatos de periodistas son perpetrados por autoridades municipales y el 30 por 100 por narcotraficantes. Meléndez, tiene claro como atajaría la violencia hacia el gremio, cuenta a ABC: «Se necesita una organización profesional que vigile el mecanismo de defensa a los periodistas y a la Fiscalía, pero este Gobierno redujo el presupuesto».
La tensión es máxima como demuestra que la mitad de los medios de comunicación consultados citaran para ABC: «No hablaremos por miedo».
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