La «guerra» de Nadia, Masha y Katia

Las integrantes de Pussy Riot condenadas participaron desde 2008 en acciones artístico-reivindicativas del colectivo anarquista Voina

La «guerra» de Nadia, Masha y Katia

manuel valiño

29 de febrero de 2008. Un grupo de entre diez y quince jóvenes se cuela en el Museo Biológico de Moscú. En una de las salas, la mayoría se quita la ropa y escenifica una orgía. Protestan por lo que consideran una «pornográfica» cesión de ... la jefatura de Estado por parte de Vladímir Putin a su «delfín», Dmitri Medvédev . La acción, cuyas imágenes fueron más tarde ampliamente difundidas en Internet, tiene lugar 48 horas antes de las elecciones presidenciales. Y en ella participa una mujer embarazada de solo 18 años, que daría a luz pocos días después: Nadezha Tolokónnikova (22 años), una de las tres integrantes del grupo Pussy Riot condenadas el viernes.

El vídeo de la catedral fue editado antes de subirlo a internet; en el original apenas se les oye

Cuatro años después, el pasado 21 de febrero, Tolokónnikova y sus compañeras María Aliójina (24) y Yekaterina Samutsévich (30), junto a otros miembros de Pussy Riot, irrumpieron en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, la más importante del país, con vestidos de colores chillones y pasamontañas, dando gritos y haciendo aspavientos. Su «actuación» no duró más de un par de minutos, el tiempo que tardó la seguridad del templo en echarlas a la calle. Suficiente. Aunque en el vídeo original apenas se les oye -una de las chicas incluso hace que toca una guitarra eléctrica sin enchufar, esas imágenes les servirían para subir a YouTube el videoclip en el que se escucha el ya famoso estribillo «¡Madre de Dios, echa a Putin!».

Su intervención llegaba esta vez a dos semanas de los comicios que debían devolver a Putin a la Presidencia. Horas después de anunciar su anticipada victoria, las autoridades detuvieron a Tolokónnikova y a Aliójina . Días más tarde fue arrestada Samutsévich. Desde entonces han estado en prisión provisional. Más de cinco meses.

Tolokónnikova participó en 2008 en la citada orgía del museo como activista de Voina («guerra», en ruso), un «colectivo de artistas callejeros de protesta política» , como lo definen sus líderes. De marcado carácter anarquista, el grupo había nacido tres años antes con una serie de objetivos entre los que se incluyen «destruir las desfasadas ideologías sociopolíticas represivas y patriarcales» o desarrollar una «guerrilla artística frente a este mundo globalizado». La «fama» internacional les llegó en 2010, cuando dibujaron un pene gigante sobre un puente levadizo frente a la sede del FSB (el antiguo KGB) en San Petersburgo. La imagen dio la vuelta al mundo.

¿Arte o vandalismo?

Entre 2007 y 2010, Voina llevó a cabo una docena de estas «performances» a medio camino entre el arte y el vandalismo. En muchas, participan las tres jóvenes ahora condenadas. Una de ellas se podría tomar incluso de punto de partida del movimiento Pussy Riot: el «concierto en los juzgados». Varios activistas, entre ellos Nadia, Masha y Katia, como se conoce a las tres chicas, interrumpieron la vista contra el comisario artístico Andrei Yerofeyev y el crítico Yuri Samodurov , acusados de promover el odio religioso por una exposición titulada «Arte prohibido». El show consistía en dar saltos en plena sala, bailar y tocar una guitarra que enchufaron a un amplificador. « ¡Todos los policías son unos cabrones! », gritaron. Al más puro estilo Pussy Riot.

Aquella acción tuvo lugar en mayo de 2009. En un vídeo colgado en Internet se distingue a Masha, cámara en mano, grabando la entrada de los activistas al tribunal, y a Nadia y a Katia, que intervienen en el concierto y se resisten a ser desalojadas cuando entra la policía. También se ve al marido de Nadia, Pyotr Verzilov , erigido hoy en una especie de portavoz/relaciones públicas de Pussy Riot.

Un año y medio más tarde, Voina dejó de actuar. Dos de sus líderes, Oleg Vorotnikov y Leonid Nikolaev , fueron arrestados en noviembre de 2010 y enviados a prisión acusados de «hooliganismo» (o gamberrismo; el mismo cargo por el que Nadia, Masha y Katia han sido condenada) por dar la vuelta a un coche de policía en San Petersburgo, quizás la actuación más radical del colectivo. Pasaron cuatro meses entre rejas. Cuando las autoridades rusas aceptaron ponerlos en libertad bajo fianza, en febrero de 2011, ambos se fugaron. Antes lo habían hecho otros de sus compañeros, ante la creciente presión policial. Unos meses después, tras anunciar Putin en septiembre que optaría a un tercer mandato presidencial, nace Pussy Riot.

efe

Las chicas de los pasamontañas de colores tampoco han vuelto a aparecer tras la captura de Nadia, Masha y Katia. El pasado sábado, el día siguiente a ser condenadas, el grupo colgó en su canal de YouTube una nueva canción, pero sin videoclip, ni gritos, ni saltos. Muchos piensan que el juicio ha sido parte de su estrategia, que les ha venido bien. «Son unos traidores y unos provocadores», dicen de Tolokónnikova y su marido los fundadores de Voina , que aseguran que les expulsaron a finales de 2009 por causar el arresto de otro activista y robarles material .

Pero ambos colectivos persiguen objetivos simililares: llamar la atención de la gente para intentar «cambiar Rusia», como dijeron al juez las Pussy Riot. Unos a través de instalaciones más o menos artísticas, las otras por medio de la música punk.

«Cualquiera puede actuar»

El grupo ha insistido, en las entrevistas que ha concedido desde su creación, en que el hecho de llevar las caras ocultas pretende, además de proteger sus identidades, expresar que cualquiera podría hacer lo que ellas hacen. Que la pertenencia al colectivo es «anónima y rotatoria». Una suerte de «Pussy Riot somos todos». Otro punto en común con Voina, cuyo lema era «Anyone can make actions», o « cualquiera puede actuar ». Habrá que ver ahora si otras jóvenes en Rusia mantienen su «guerra».

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