La peor revuelta en China desde Tiananmen se salda con 156 muertos en Xinjiang

La peor revuelta en China desde Tiananmen se salda con 156 muertos en Xinjiang

Toque de queda. Patrullas de soldados marchando por las calles. Controles de policía en cada cruce. Comercios cerrados a cal y canto y con las persianas metálicas bajadas. La, por lo general, animada calle de los bares de Urumqi, capital de la región musulmana de ... Xinjiang, totalmente a oscuras. Anuladas las líneas telefónicas con el extranjero. Internet cortado en todas las casas, oficinas y hoteles, excepto en uno habilitado para tener a los periodistas extranjeros controlados. Una ciudad fantasma.

No se trata de una zona de guerra, sino de la China del siglo XXI. No la que mostró su mejor cara durante los Juegos Olímpicos del año pasado, sino la que sigue recurriendo a la represión y al estado de sitio para atajar las protestas independentistas de algunas de sus regiones más levantiscas.

Tras la revuelta tibetana del año pasado y los atentados terroristas cometidos coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Pekín, la violencia interétnica ha vuelto a estallar en China. Los peores disturbios desde la masacre de Tiananmen, de la que se cumplieron dos décadas el mes pasado, asuelaron el domingo por la noche la capital de Xinjiang, enclavada a unos 4.000 kilómetros de Pekín.

Los fallecidos aumentarán

Según la agencia estatal de noticias Xinhua, el balance oficial de víctimas asciende de momento a 156 muertos y 828 heridos, pero se espera que esta cifra aumente porque las protestas se han propagado a otras ciudades, como Kashgar. Según un responsable del Gobierno chino en la región autónoma de Xinjiang, Wu Nong, en los disturbios fueron quemados más de 260 vehículos y 203 domicilios fueron atacados, por lo que ya hay más de 700 detenidos. Ese es el trágico resultado de la manifestación que recorrió el domingo las calles de la capital regional, Urumqi, y que congregó a entre mil y tres personas de la etnia uigur, de religión musulmana y lengua turcófona.

Los detalles son aún confusos y, mientras el Gobierno chino acusa a los manifestantes de comenzar la violencia montando barricadas y quemando coches y tiendas, los grupos de uigures en el exilio aseguran que la Policía intentó disolver la marcha por la fuerza. «Había miles de personas por las calles del Gran Bazar gritando y golpeando a los chinos de la etnia han. La Policía respondía disparando sus armas de fuego contra la multitud», explicó ayer a ABC un taxista de la etnia musulmana hui, quien aseguraba que «hay mucho miedo en la ciudad y la gente se está quedando en sus casas porque temen ir a trabajar».

El Turkestán Oriental

La manifestación tenía como objetivo pedir a las autoridades una investigación por la muerte en una fábrica al sur de China de dos trabajadores uigures, supuestamente asesinados por compañeros han, la mayoritaria en el país. Este episodio ha prendido la mecha de la difícil convivencia entre etnias en la región de Xinjiang, donde sus habitantes autóctonos, los uigures, aspiran a la independencia para formar el Turkestán Oriental.

«Estamos entristecidos por la mano dura y el uso de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad chinas contra unos manifestantes pacíficos», criticó desde Washington Alim Seytoff, vicepresidente de la Asociación Uigur Americana. El Gobierno chino a responsabilizado al Congreso Mundial Uigur y a su líder, Rebiya Kadeer, de estar detrás de la revuelta.

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