Pedro Rodríguez - DE LEJOS
¿Qué quiere Putin?
El pulso del Kremlin no es una cuestión de seguridad externa, sino de inseguridad interna
Vladimir Putin asiste a una misa por la Navidad ortodoxa a las afueras de Moscú
Ante una semana crucial para encontrar una solución diplomática a la última extorsión de Vladimir Putin, el autócrata ruso coreado por tantos simpatizantes en Occidente se ha presentado a la mesa de negociaciones con una sospechosa lista de extravagantes demandas. Por pedir que no quede. ... No parecen importarle a Moscú las rimas históricas, sobre todo con el vergonzoso apaciguamiento de 1938. Mutatis mutandi, Múnich por Ginebra, Checoslovaquia por Ucrania y nazis por iliberales.
Puenteando y puteando a Europa, principal afectado e ignorado en esta crisis, el Kremlin exige la creación de esferas de influencia en el Viejo Continente al estilo de lo impuesto por Stalin en la conferencia de Yalta. Con todo preparado para una ofensiva militar en Ucrania, el Kremlin quiere básicamente que Occidente asuma su enfermiza falta de respeto a la soberanía y fronteras de sus vecinos. Lo más parecido a resucitar la doctrina Bréhznev de la Guerra Fría en virtud de la cual la Unión Soviética se reservaba el derecho a intervenir en defensa de regímenes comunistas cuestionados. Lo que llevó a los tanques del Ejército Rojo hasta Kabul, pasando por Budapest y Praga.
Todo hace indicar que las imposibles exigencias de Moscú han sido formuladas deliberadamente para no encontrar un entendimiento y ofrecer a Putin un pretexto para atacar a Ucrania. De hecho, algunas de estas demandas ya han sido rechazadas por la Administración Biden y los miembros de la OTAN.
El pulso del Kremlin no es una cuestión de seguridad externa, sino de inseguridad interna. Tras décadas de poder tan absoluto como corrupto, los regímenes autoritarios con ambiciones de perpetuidad son cada vez más vulnerables a sorpresas desagradables en forma de revueltas populares. Cuba, Bielorrusia y ahora Kazajistán destacan en una lista en la que Putin se dispone a ocupar y abusar el poder por lo menos hasta 2036. Por eso Rusia no siempre actúa desde una posición de fuerza o como reacción a supuestas provocaciones. Realmente lo que no soporta Putin es la cercanía de democracias independientes.