Patricia Bullrich: «Argentina debe llegar en diez años a lo que era España en los noventa»
Patricia Bullrich, de 46 años, ex diputada y ex ministra de Trabajo con Fernando de la Rúa, encabeza una de las doce candidaturas que, de momento, aspiran a la presidencia de Argentina. Su objetivo es convertir a Argentina en diez años en lo que era España en los noventa y, para ello, propone desmontar todo el «sistema corrupto» que mantiene a su país arruinado y empezar de cero.
La líder de Unión Por Todos es consciente de que los problemas de su país no se resuelven con «una varita mágica» y que hacen falta «muchos años de trabajo y esfuerzo, luchando contra una resistencia (quienes viven del actual sistema) que no quiere que ... nada cambie». Afirma que Argentina «ya está harta de mensajes populistas» y cree que la reconstrucción del país depende de la «ejemplaridad» del Gobierno. Para ello, propone desmontar todas las instituciones y empezar de cero.
Estos días se encuentra en España, invitada por la Fundación Carolina para conocer la experiencia española y entrevistarse con ministros, políticos, sindicalistas, analistas, instituciones y empresarios de nuestro país. El programa electoral de su partido recoge el objetivo de situar a Argentina «en diez años en lo que fue España en los noventa».
-¿Por qué se sitúa precisamente en los noventa?
-Digo los noventa para no ser «exitista», porque en aquellos años España era un país encaminado a una transformación, pero todavía tenía problemas. Por entonces, convivía con una alta desocupación y tenía que luchar contra la corrupción de forma sistemática, pero ya se había construido un camino y había una dirigencia madura. España ha logrado algo muy importante: un desarrollo armónico en el que el bienestar ha llegado a todos.
-¿Qué ofrece su partido a los argentinos?
-Ofrecemos una expectativa de cambio profunda. Nosotros tenemos el coraje que necesita Argentina para el cambio, porque hay que enfrentarse a muchísimos poderes que están enquistados desde hace años. En los últimos veinte años de democracia, el pueblo argentino ha oído muchas promesas de cambio, pero la realidad es que se ha ido en dirección contraria a esas palabras porque no ha habido voluntad política de quienes gobernaban para hacerlo.
-Ahora en Argentina se habla precisamente de olvidarse de los políticos de antes y buscar nuevas caras. ¿Usted no cree que su pasado en la política le va a perjudicar?
-Cuando la gente pide que se vayan todos los políticos se refiere a quienes han armado el sistema corrupto, con una práctica casi mafiosa, que ha trabajado con una agenda secreta permanentemente. Pero no se critica el haber estado en política sino el haber sido cómplice de ese sistema.
-Cuando usted estaba en el Gobierno ¿era tan crítica con los políticos como lo es ahora?
-Siempre lo he sido, desde que empecé a ver cómo funcionaba el sistema. Fui una diputada que se salió del molde parlamentario. Desde el principio tuve la actitud de cambiar el sistema político y conduje una de las denuncias de corrupción y mafia más importantes que tuvo Argentina en la década de Menem, el caso Chabran. Cuando entré en el Gobierno hice lo mismo: trabajé en el sistema carcelario y en la reducción de la corrupción en las prisiones. Y en el Ministerio de Trabajo conduje la política de transparencia sindical.
Rebajar el gasto público
-¿Qué sería lo primero que haría si ganara las elecciones?
-Argentina necesita una reforma integral, recogida en lo que nosotros vamos a llamar una ley de Cambio, para refundar una nueva institucionalidad. La primera reforma es la política: hay que salir de las «listas sábana» (listas completas por provincias), en las que el diputado debe más al partido, que es el que hace la lista, que a su pueblo, que no le vota a él sino a la lista. El segundo gran cambio que necesitamos es rebajar el gasto público. En los últimos diez años, los gastos del Estado (a nivel nacional, provincial y municipal) han crecido un 120 por ciento, y eso es insostenible. Esto ha significado el empobrecimiento de toda nuestra gente. También hay que avanzar hacia una regionalización del país, es decir descentralizar al nivel de los municipios y agrupar las provincias en regiones. Tenemos 24 provincias y planteamos crear ocho regiones.
-¿Qué mejoras aportaría este nuevo mapa?
-En primer lugar, ahorrar estructura. Por ejemplo, Tierra de Fuego tiene 40.000 habitantes y cuenta con una Corte Suprema, igual que Buenos Aires, con 16 millones de habitantes. Cada provincia tiene su propia estructura de Justicia, de Policía... Tenemos 24 Cortes Supremas, 24 Escuelas de Policía, cuando podríamos tener una sola. Y eso no tiene sentido.
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