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La oposición alemana exige explicaciones sobre el «vuelo del horror» con destino a Madrid

Maltratados y humillados 90 extranjeros deportados de Alemania a España

Rosalía Sánchez

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La prensa alemana se refiere al vuelo de deportación forzosa del pasado 6 de junio, que salió del aeropuerto de Schönefeld de la capital alemana con rumbo a Madrid, como el « vuelo del horror ». Varios de los refugiados que eran trasladados a España testificaron posteriormente sobre una serie de irregularidades como «golpes», «sedaciones» y «trato humillante» que han llevado a los partidos de la oposición, Los Verdes y La Izquierda, a presentar una exigencia de explicaciones al Gobierno. «Se trata de acusaciones muy serias, por eso esperamos que el ministro de Interior brinde toda la información cuanto antes y tome postura», ha dicho la presidenta regional de Die Linke (La Izquierda), Katina Schubert: «Si las acusaciones son ciertas, la Oficina de Inmigración estaría actuando completamente fuera del marco de actuación de la coalición y en ese caso debe ser la coalición la que lo discuta, para erradicar estas prácticas inhumanas».

El avión en el que tuvieron lugar los maltratos denunciados debía trasladar por la fuerza a 90 extranjeros de diversas nacionalidades, 24 de ellos menores de edad, que según la legislación europea no tienen derecho a solicitar asilo en Alemania pero que se habían negado anteriormente y de forma reiterada a abandonar el país. Según confirmó el Senado de Berlín tras la correspondiente consulta por vía parlamentaria, 49 agentes de policía, dos médicos y dos sanitarios, además de un traductor, acompañaban a los deportados.

Cinturones inmovilizadores

El Consejo de Refugiados de Berlín, que ha remitido una reclamación en nombre de los afectados, ha presentado sus testimonios acerca de agresiones y vejaciones contra los deportados, además de mencionar medicamentos que fueron suministrados a la fuerza durante el vuelo. Varios de los deportados han relatado que un hombre mentalmente discapacitado fue sedado con una droga contra su voluntad y que otras personas fueron atadas a sus asientos, entre ellos una mujer que volaba con varios hijos pequeños y que estaba siendo separada de su marido, por lo que durante el despegue gritaba y lloraba desconsolada. Los mismos testigos aseguran que varios policías se rieron de ella y se burlaron también de otros inmigrantes que lloraban ante la escena.

En respuesta a una pregunta parlamentaria de la diputada de Die Linke Ulla Jelpke, el Ministerio de Interior ha confirmado que uno de los inmigrantes fue introducido a la fuerza en el avión y que cinco de ellos volaron con cinturones inmovilizantes abrochados, que mantienen los brazos pegados al cuerpo, debido a su resistencia, pero que nadie resultó herido. Aunque reconoce parcialmente la acusación, el ministerio alemán aclara que se trataba de «casos puntuales» e «individuales», explicando que la negativa de los deportados obligó al uso de la «coerción inmediata», pero «no de forma generalizada.

Ilegales

«Las deportaciones forzadas son solo el último medio, siempre se da prioridad a las deportaciones voluntarias», se esfuerza por subrayar el ministerio, que insiste también en que se trata de inmigrantes ilegales que se resisten a cumplir con lo que dictan las autoridades y que en el aeropuerto de Schönefeld hay un «observador» independiente que supervisa los procesos. Todos los trabajadores públicos implicados, además, son «sensibilizados» para afrontar la situación, según el portavoz, puesto que es previsible que deban afrontar comportamientos de resistencia.

En los primeros seis meses de 2018, Alemania ha expulsado en vuelos colectivos a otros países de Europa más del triple de migrantes que en el mismo período de 2017, según datos publicados por el Ministerio del Interior. Entre enero y julio de 2018, la Policía alemana envió a estados vecinos a 485 personas que se negaban a abandonar el país, en un total de 17 expulsiones conjuntas. El año anterior, el número de migrantes devueltos a otros países del viejo continente fue de 153 en siete vuelos colectivos y en 2016 de tan solo 26 en dos vuelos. A esto se suma otro número indeterminado de extranjeros expulsados en vuelos regulares o que abandonan el país por su cuenta después de recibir la notificación de Extranjería.

El gobierno no publica esa cifra. Tan solo entre marzo y junio de este año, Alemania expulsó a otros países miembros de la Convención de Dublín a 2.422 personas, según indica una respuesta del Gobierno alemán a una pregunta formulada por el grupo parlamentario del partido de la oposición La Izquierda. Durante 2016, según una información publicada por «Süddeutsche Zeitung», citando datos de la Oficina Federal para Migraciones y Refugiados, fueron expulsados 25.000 extranjeros irregulares sumados a los 55.000 que abandonaron el país de forma voluntaria.

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