Obama presenta el presupuesto más caro desde el fin de la Segunda Guerra
Pretende rebajar el gasto en Irak y Afganistán de 148.000 millones de euros en 2008 a 40.000 en 2011
El presidente norteamericano, Barack Obama, presentó ayer al Congreso el proyecto de presupuesto más caro en la historia de los Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial . Asciende a 3,6 billones de dólares (2,75 billones de euros), con ... un déficit estimado para 2009 de 1,75 billones, lo cual equivale al 12,3 por ciento del PIB norteamericano. Casi un billón más de lo que se preveía hace un año.
Pero Obama ya empezó acusando a su predecesor, George W. Bush, de hacer trampas con los presupuestos anteriores, escamoteando el «verdadero» coste de la guerra que por primera vez se va a poner ahora sobre la mesa. Y que asciende a la cantidad de 200.000 millones de dólares .
Obama pide 75.500 millones de dólares para gastar en Irak y en Afganistán en lo que queda de 2009. Para el año 2010 espera gastar 130.000 millones más. Son cifras mareantes pero inferiores a las de años precedentes -en 2008 se gastaron 190.000 millones de dólares (148.000 millones de euros)- y, sobre todo, decrecientes. La retirada de Irak está prevista para 2011 y aunque en Afganistán habrá que hacer nuevos esfuerzos, la idea es dejar el gasto corriente guerrero en 50.000 millones al año antes de que Obama acabe este mandato.
Desinflar los gastos militares
Si tan solo consigue desinflar los gastos militares, el presidente Obama ya habrá dado un paso muy importante en dirección de su proclamado objetivo de partir en dos el déficit y dejarlo reducido a 533.000 millones de dólares (un mero 3 por ciento del PIB) para 2013. Hay quien dice que Obama también hace un poco de trampa, sólo que al revés que Bush. Haciendo aflorar de golpe todo el gasto pendiente y pidiendo la luna el primer día, acabar mejor de lo que se empezó va a ser relativamente fácil. Bastará con contener la sangría presupuestaria militar y con dejar expirar en 2010 los recortes fiscales de Bush a las rentas más elevadas.
Pero Obama no se detiene ahí. El objetivo de este presupuesto es acometer una de las reformas económicas, políticas y sociales más profundas que se recuerdan en los Estados Unidos.
Cólera de los republicanos
La partida para la esperada y temida Reforma Sanitaria Universal asciende a 634.000 millones de dólares. Se financiará recortando actuales gastos sanitarios poco rentables (Medicare) y gravando bastante más a los contribuyentes solteros que ganen más de 200.000 dólares al año y de los matrimonios que ganen más de 250.000. Allí fija el presidente el umbral de la riqueza. Y del sacrificio fiscal.
La cólera republicana está servida, y bien servida. Ya hay quien acusa a Obama de propiciar la «lucha de clases» e incluso de dar curso a un «odio social que se guardó muy bien de enseñar en campaña». Otros son más sutiles y afirman que con estos castigos sufrirán no sólo los ricos sino cualquiera que tenga un negocio. Pero el presidente lo tiene claro: las extravagancias del pasado pasan factura, y la van a pagar los que más tienen.
Muy seguro tiene que estar Obama de que puede pasarse sin los votos republicanos para sacar el presupuesto en el Congreso, donde ahora empieza todo el ritual de que la Cámara de Representantes y el Senado negocien y aliñen por separado el proyecto, que al fin deberá unificarse y ser aprobado por mayoría en ambas Cámaras antes de que lo firme el presidente.
Ventaja aritmética
Éste parte con la ventaja de que los demócratas dominan las Cámaras -aunque no totalmente- por primera vez en catorce años. Con lo cual las perspectivas son buenas. Pero eso no significa que no vaya a haber lucha, incluso en el seno demócrata.
Algunos recortes, por ejemplo de ciertos subsidios agrarios, han puesto los pelos de punta al propio partido del gobierno. Pero precisamente estos extremos pueden dar un margen para negociar y alcanzar el mayor consenso posible.
Con el pie cambiado
Obama tiene también a su favor que «pilla a la oposición con el pie cambiado». Todo el mundo está de acuerdo en que la presunta estrella republicana que le tenía que dar la réplica en su último discurso, Bobby Jindal, hizo más bien el ridículo. Su ataque al gasto público llegó al punto de cuestionar las ayudas federales a las víctimas del Katrina (siendo él gobernador de Luisiana) y hasta el dinero que se gasta en prevenir erupciones de volcanes.
Pero la mayor baza que tiene el presidente es la sensación generalizada en el país de que hay que dar un serio golpe de timón para salir de una crisis que no es sólo económica. Menos gasto militar y más inversión en Sanidad y Educación para todos y en energías limpias. Esa es la baza de Obama para el futuro del país.
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