Obama, en la Casa Blanca
McCain votó en Fénix, ciudad del estado de Arizona. AP
El Parque Grant explotó en una gigantesca explosión de euforia cuando CNN anunció a las 4 GMT que el candidato demócrata Barack Obama se convertirá en el próximo presidente de los Estados Unidos . Tras el anuncio de las proyecciones de CNN se espera ... que Obama comparezca en cualquier momento en el Parque Grant para dirigirse al pueblo estadounidense.
Con la incapacidad de John McCain para emular los resultados logrados hace cuatro años por el presidente Bush, la gesta de Barack Obama se ha materializado con triunfos en una serie de jurisdicciones especialmente decisivas encabezadas por Pensilvania, Ohio y Virginia, que al final han terminado por colocar al candidato demócrata bastante por encima del listón de los 270 votos electorales requeridos para hacerse con la Casa Blanca. Triunfo redondeado por una más ajustada mayoría del voto popular dentro del peculiar e indirecto sistema electoral de Estados Unidos.
A la vista de los graves errores de predicciones acumulados en las presidenciales del 2000 y el 2004, la laberíntica noche de recuento arrancó dentro de la máxima cautela por parte del consorcio formado por los grandes medios de comunicación de Estados Unidos. Hasta el punto de negarse a ofrecer proyecciones de ganadores y perdedores durante varias horas en una serie clave de campos de batalla ante la ausencia de márgenes suficientes en sus respectivas encuestas a pie de urna.
Tampoco han faltado algunos repetitivos problemas de logística durante la jornada electoral, dentro de un sistema absolutamente descentralizado entre 10.000 condados y municipalidades. Aún así, todo apunta hacia un record de participación, superior a las últimas presidenciales e incluso equiparable a la plusmarca lograda en 1908 con la elección del republicano William Howard Taft. Con estimaciones de 187 millones de votantes registrados para dirimir el dilema “Obama o McCain”.
En una transformación radical de cómo los estadounidenses prefieren ejercer uno de sus derechos más fundamentales como ciudadanos, las elecciones de ayer también han acumulado un aluvión sin precedentes de voto anticipado y por correo que podría llegar hasta un 30% del total. Algunos cálculos avanzan la cifra de 40 millones de electores, sobre todo en Estados especialmente disputados, que no han esperado a la fecha oficial, tradicionalmente convocada el primer martes tras el primer lunes de noviembre por razones vinculadas con el origen agrario de la sociedad americana.
El electorado de Estados Unidos también ha tenido ayer la oportunidad de renovar un tercio del Senado federal (35 escaños) y toda la Cámara de Representantes (435 escaños). Con anticipación de que el Partido Demócrata aumentará de forma significativa más las ajustadas mayorías en la colina del Capitolio que logró en las legislativas de hace dos años, planteando un monopolio político muy similar al disfrutado por Bill Clinton en 1992.
Los resultados del 4-N suponen también respuestas implícitas a cuestiones tan fundamentales a nivel nacional como el histórico reto planteado por el primer candidato afro-americano a la Casa Blanca en un país con un grave problema racial desde su génesis: el llamado «pecado original» de la esclavitud no resuelto por la Constitución aprobada 1787 sino por al terrible guerra de secesión en la segunda mitad del siglo XIX. Además de las posteriores décadas de lucha contra el racismo. En este sentido, el triunfo de Barack Obama en un país —que a mediados de este siglo dejará de tener mayoría blanca según las últimas previsiones del censo federal— supone cuando menos un visible punto y aparte. Además del debilitamiento de muchas excusas victimistas.
Otra gran cuestión, tan decisiva como recurrente, vinculada a esta intensa jornada electoral es el papel que los poderes públicos deben tener en las vidas de los estadounidenses. Un debate en el que Obama representa claramente la opción de más gobierno, más regulaciones y más intervención. Mientras que McCain simboliza la opción más liberal y con mucha mayor fe en la libertad de los mercados. Aunque también hay que recordar que cuando esta campaña comenzó en la primavera del 2006, la principal preocupación de los votantes era la guerra de Irak, el nivel de confianza de los consumidores se encontraba en lo más alto de cuatro años y el Dow Jones saltaba muy a gusto por encima de los 11.000 puntos.
El 4 de noviembre también cuestiona la supervivencia de todo el cisma político y la llamada «guerra cultural» protagonizada con bastante virulencia por Estados Unidos durante los últimos ocho años. Al final, Barack Obama ha logrado alterar de forma sustancial el mapa electoral con un vuelco a favor del Partido Demócrata en una serie Estados de la Unión como Virginia que llevaban casi medio siglo votando sin interrupción a favor de los republicanos.
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