Obama acude a la Cumbre de las Américas para redefinir la relación con sus vecinos

«Asegurar el futuro de nuestros ciudadanos promoviendo la prosperidad humana, la seguridad energética y la sostenibilidad ambiental» es la excusa para reunir, desde el viernes y hasta el domingo en Puerto España (Trinidad y Tobago), a los mandatarios del Nuevo Continente. En esta V Cumbre de las Américas participarán todos los países miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA); es decir: todos los del hemisferio occidental a excepción de Cuba, expulsada de la OEA en 1962. Ésta será la primera vez en que Barack Obama se vea las caras con sus vecinos, quienes lo aguardan con similar expectación a la manifestada por los líderes del G-20+2 y de la OTAN en su reciente periplo europeo, pero con diferente propósito: tratar de poner nuevamente en el mapa y en las prioridades de la política exterior estadounidense al que, durante décadas, fuera el «patio trasero» de la potencia norteamericana.
La cita será también propicia para los encuentros bilaterales. El más esperado, el que podría reunir a Obama con el presidente venezolano, Hugo Chávez, quien tras la salida de George W. Bush de la Casa Blanca ha perdido uno de sus argumentos recurrentes: el «antiimperialismo yanqui».
De hecho, para preparar este previsible diálogo, Chávez ha convocado el miércoles y el jueves en Cumaná a sus socios de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA): Cuba, Bolivia, Honduras, Nicaragua y Dominica. También asistirá como invitado el presidente paraguayo, Fernando Lugo. Este pasado fin de semana, Chávez pasó por La Habana para «pedir línea» a los hermanos Castro, con el objetivo de acordar una postura conjunta en la Cumbre.
Entre las demandas del grupo del ALBA figuraría el fin del embargo comercial estadounidense sobre la mayor de las Antillas. Obama se ha manifestado a favor de un diálogo con Cuba y se ha comprometido a aligerar el embargo, pero no a eliminarlo por completo.
En el proyecto de Declaración de Compromiso de esta V Cumbre, elaborada por las delegaciones en avanzadilla de las 34 naciones participantes, se hacen votos para «continuar nuestra lucha contra la pobreza, el hambre, la exclusión social, la discriminación y la desigualdad». Y, como objetivo concreto, «reducir las disparidades y la desigualdad social y disminuir los índices de pobreza a la mitad para el año 2015».
En el aspecto político, los países americanos se comprometerían a «construir instituciones democráticas más fuertes» y a «combatir la violencia, el crimen y el terrorismo».
En el terreno económico, convendrán en «lograr mayores niveles de crecimiento continuo», aplicando «políticas macroeconómicas sanas, caracterizadas por medidas fiscales y monetarias apropiadas y transparentes, gastos públicos prudentes, ahorro interno elevado y altas tasas de crecimiento».
En cuanto a desarrollo sustentable, se aplicarán en promover «sistemas de energía limpios, accesibles y sostenibles, reduciendo de la intensidad la energía y el carbono en nuestras economías» y en estimular «el desarrollo, la fabricación y utilización tanto de los combustibles biológicos actuales, como de los de la próxima generación».
Pero, al margen de la declaración de buenas intenciones y de la firma de compromisos generales, las cumbres han sido pródigas en ventilar desacuerdos particulares. En la anterior, la que se celebró en 2005, el presidente mexicano, Vicente Fox, y Hugo Chávez sostuvieron un agrio combate verbal que acabó con la retirada de sus respectivos embajadores.
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