Obama: «Acosaremos sin descanso a los responsables»
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, prometió ayer desde Kanoche, cerca de su lugar de vacaciones en Hawai, «perseguir y acosar sin descanso a los responsables» del atentado frustrado contra un avión de Northwest Delta Airlines sobre los cielos de Detroit, el día ... de Navidad. Obama aseguró que quienes tramaron y ordenaron el ataque «no quedarán en la impunidad, haremos todo lo necesario para que así sea», y ordenó a los responsables de la seguridad aérea en la nación «reforzar al máximo los controles».
En su primera declaración pública tras el intento de atentado, el presidente no mencionó, sin embargo, a Al Qaida, que apenas una hora antes de su alocución había reivindicado la intentona terrorista contra el avión, con 290 pasajeros a bordo, sobre los cielos de Detroit.
El nido de Yemen
La red terrorista asumía la preparación y la autoría del atentado, pero no reconocía al autor del mismo, el nigeriano Omar Faruk Abdulmutalab, como uno de los suyos. Sí admitía, sin embargo, que se coordinó con ellos para responder a los últimos ataques contra la organización en Yemen. Las autoridades yemeníes han lanzado este mes dos grandes ataques contra Al Qaida con ayuda de la inteligencia norteamericana.
Una semana antes, Estados Unidos había repatriado a varios presos yemeníes desde Guantánamo y había anunciado la liberación de 90 más, con el compromiso de que Yemen garantizará que no cometen actos violentos. Si esta liberación se frustra, se complicará mucho el plan de Barack Obama de cerrar la prisión.
Pero ésa es sólo una preocupación menor de Obama, quien ayer, al interrumpir sus vacaciones hawaianas, anunció una revisión a fondo de los sistemas de seguridad aérea de EE.UU.. La secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, admitía horas antes que hubo fallos, y decía que buena parte del personal del departamento ha sido llamado a volver de las vacaciones para doblar la vigilancia.
Nadie entiende que a estas alturas todavía pasen estas cosas. Y menos que nadie lo entienden los millones de pasajeros que cada año soportan toda clase de molestias para entrar y salir de los aeropuertos en este país. Que una y otra vez tienen que quitarse los zapatos -bebés en brazos de sus madres incluidos-, dejar atrás cualquier líquido que supere los 50 mg -siempre que no se haya comprado en el aeropuerto, claro-, y permanecer a veces retenidos durante horas mientras los funcionarios de inmigración comprueban su identidad en sistemas informáticos que pueden «saltar» simplemente porque uno ha cometido la imperdonable imprudencia de llamarse, no ya Bin Laden, sino Smith o García; es decir, de llevar un apellido tan extendido que a la fuerza algún tocayo tiene que estar en alguna lista negra.
El TIDE, desbordado
Dicen los expertos que parte del problema es que todo lo que tiene la seguridad aérea americana de sofocante lo tiene de inútil por su carácter excesivamente general. Tras el aviso de su padre a la embajada de EE.UU. en Lagos, el nombre de Omar Faruk Abdulmutalab simplemente se anotó en el TIDE, la base de datos de identidades terroristas que todas las noches se vuelca en el sistema del FBI.
El problema es que el TIDE abarca unos 550.000 nombres, lo que en la práctica lo convierte en casi inmanejable. No se consideró que hubiera peligro suficiente para incluirle en la lista de sólo 14.000 personas susceptibles de mayores comprobaciones antes de volar. O en la lista de 4.000 personas a las que no se permite volar en absoluto.
Con lo que ha ocurrido ahora se habla de volver a expandir las listas negras después de años contrayéndolas. Pero los expertos insisten en que no importa el tamaño, sino la habilidad. No sirve de nada perder recursos y energía inmovilizando más pasajeros en la aduana. El reto es saber a quién inmovilizar. Que el sistema no «salte» por cualquier cosa.
Otros países sujetos a amenazas terroristas despiadadas y antiguas, como es el caso de Israel, se distinguen por unos sistemas de seguridad mucho más «personalizados». Todos y cada uno de los pasajeros son cortés, pero inexorablemente, interrogados y por los aeropuertos circulan «ojeadores» adiestrados para detectar conductas anómalas. En este caso habría bastado un control de este tipo para percatarse de lo raro de que un africano vuele de Amstersdam a Detroit en pleno invierno sin facturar un solo bulto.
El «susto» de Obama
Y más allá de los mensajes de advertencia a los «malos» y de tranquilidad a la ciudadanía, Obama protagonizó tras su alocución el susto del día al abandonar a toda prisa su partida de golf, mientras una ambulancia llegaba a su casa en Kailua. Era un amigo suyo, con un «ligero percance».
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