«No nos permitían hablar. Si lo hacíamos, nos golpeaban. Nos pegaban mucho»

«No nos permitían hablar. Si lo hacíamos, nos golpeaban. Nos pegaban mucho»

Louis llora al examinar el frágil cuerpo de Antoine, su hijo de 16 años, después de cuatro meses de cautiverio en manos de hombres armados. «Hijo mío. ¡Gracias a Dios!. ¡Estoy tan feliz de verte!. ¡Gracias a Dios!». «¡Pensé que no volvería a verte!. ¿Realmente ... eres tú?»

El rapto de Antoine y la pesadilla de Louis empezaron en mayo, en la aldea en la que vivían al norte de Niangara. «Hacia las 9 de la mañana, unos hombres armados irrumpieron en nuestra casa», afirma Louis. «Nos obligaron a todos a tendernos en el suelo. Se llevaron mi ropa, mis maletas y mi radio. Después cogieron a dos de mis hijos y se los llevaron».

Antoine, su hijo, continúa: «Hicieron que nos sentáramos en el suelo. Nos aplicaron aceite mágico en la frente, la cabeza, la espalda y los pies. Este aceite te provoca una sensación de estar a gusto y ya no piensas en escapar y en encontrar a tu familia. No funcionó conmigo porque me lo limpié enseguida».

«Me dieron un trabajo. Tenía que lavar su ropa y hacer otras tareas durante el día. No nos permitían hablar. Si lo hacíamos, nos golpeaban. Nos pegaban mucho», recuerda Antoine, mostrando las heridas de latigazos y machetazos. «Sólo comíamos por la noche. Y caminábamos todo el día. Cada día. Yo iba descalzo».

Una noche, los secuestradores oyeron que soldados enemigos se acercaban a sus posiciones. Ordenaron a Antoine que se subiese a un árbol para ver si podía divisarles. «Estaban bastante lejos y yo sabía que me encontraba cerca de la carretera. Me deslicé árbol abajo y empecé a correr. Caminé toda la noche y a las cinco de la madrugada llegué aquí al poblado. Les había dejado muy atrás».

Los hermanos, los primos y el tío de Antoine se reúnen junto a él y a su padre. Miran al muchacho que habían dado por muerto. Como signo de celebración, Louis hace que alcen a su hijo en el aire.

«Estaba tan delgado que temía por su vida.... pensaba en él noche y día», cuenta Louis. «el otro hijo que se llevaron aún sigue en manos de los hombres armados.... ojalá logre regresar también».

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