Netanyahu supera cinco mociones de censura y se resiste a la presión de la ONU
Al cumplirse una semana de la tragedia de la «Flotilla de Gaza», nuevos frentes abiertos con nuevas declaraciones de hostilidad se acumulaban ayer contra el Gobierno de Benjamin Netanyahu que, desbordado por las presiones internacionales, anoche aceptaba crear un comité interno para investigar el asalto ... y evadir así el escrutinio de la ONU.
El panel, según informaciones no oficiales, incluirá dos observadores extranjeros -al menos uno de ellos estadounidense- aunque no permitirá interrogar ni a soldados, ni a oficiales. Por ello, previsiblemente, no será suficiente para Turquía, cuyo primer ministro, Tayyip Erdogán, ha dejado claro que recurrirá al Consejo de Seguridad para exigir una condena contra Israel si no ve satisfecha su exigencia de una investigación creíble. Jordania expresaba ayer su apoyo a esa postura.
«El Estado, bajo el fuego»
Sin embargo, la embestida más directa contra Netanyahu llegó ayer desde dentro con el registro en el Parlamento de cinco mociones de censura, -una de ellas defendida por la líder de la oposición, Tzipi Livni- que la Cámara terminó rechazando por la tarde. Su intento fallido de acorralar al primer ministro «por evadir su responsabilidad y llevar las críticas a los soldados», quebraba el tradicional cierre de filas que todo el arco político israelí ha protagonizado históricamente ante crisis como las posteriores a la guerra con Hizbolá de 2006 o la ofensiva de Gaza de 2009.
La reacción de Netanyahu no se hizo esperar: «El Estado está bajo ataque», advirtió en un airado mensaje a su adversaria política, a la que exigió «contención y compromiso» porque -dijo- «la próxima flotilla está en el horizonte. Esto no ha terminado».
No hablaba Netanyahu en sentido figurado. Si el domingo dos ONGs anunciaban desde Beirut una nueva expedición naval rumbo a Gaza, ayer lo hacía la Media Luna Roja iraní, que prepara enviar dos barcos «antes de que concluya esta semana», a los que la Guardia Revolucionaria ha ofrecido escolta.
Según el director de la organización desde Teherán, Abdul Rauf Adibzadeh, un carguero llevará ayuda humanitaria para introducir en la franja «a través del paso egipcio de Rafah», y el otro será un «buque hospital» que se hará llegar «a la zona». Todo un desafío a las autoridades judías, que se multiplicaba al ver ayer a Erdogán, y al presidente sirio, Bashar al Assad, proclamar de acuerdo en Estambul que harán todo lo posible por que se levante el bloqueo de Gaza. «No hablamos solo de condenas, también de acciones», precisaba el representante de Damasco.
El pulso de la oposición, los mensajes de los enemigos de Israel y de Erdogán coincidían además ayer con una escalada de violencia en la Franja. Antes del amanecer, en una nueva actuación frente a las costas de Gaza objeto de todas las miradas internacionales en los últimos días, la Marina israelí abatió ayer a cinco submarinistas palestinos.
Trataban, según la versión del Ejército israelí, «de perpetrar un ataque terrorista, por lo que se abrió fuego contra ellos». Al cierre de esta edición, todavía había un cuerpo desaparecido. Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo armado de Al Fatah, reivindicaba que los asesinados eran miembros de una unidad suya que estaba entrenando en el mar.
Apenas dos horas después, la aviación de Israel bombardeaba el norte de la Franja en persecución de una «célula lista para disparar cohetes», en una operación en la que no hubo víctimas.
«No jueguen con el tiempo»
El paso adelante dado ayer por Netanyahu para activar una investigación doméstica se producía espoleado por los requerimientos de la Administración Obama que el domingo hacía llegar un mensaje de apremio al Gobierno israelí advirtiendo de que, de haber más dilaciones en la formación de un equipo investigador, Washington no podría contener las presiones, ni evitar una condena: «Posponer la decisión dañará a Israel, no jueguen con el tiempo», fue la advertencia, según destacaba la prensa de Tel Aviv.
De hecho, esa misma noche, el primer ministro israelí mantuvo conversaciones telefónicas con varios aliados, entre ellos el presidente francés, Nicolas Sarkozy, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, y los primeros ministros griego y búlgaro, además de con el enviado especial para Oriente Próximo de la Unión Europea, Tony Blair.
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