Moscú califica de acto terrorista el tiroteo ocurrido en el edificio del servicio de inteligencia ruso

En el interior del edificio de los servicios secretos, el presunto terrorista fue respondido por unidades de élite del FSB y escapó a la calle, en donde siguió disparando contra transeúntes y policías. Después se parapetó en el interior del número 2 de la calle Bolshaya Lubianka, desde donde siguió abriendo fuego.

Uno de los agentes que trataron de neutralizar al individuo fue alcanzado por su balas y, al parecer, murió en el acto. Hay además, según el Ministerio de Sanidad, cinco heridos , entre ellos dos oficiales de los servicios secretos. El portal de noticias «Mash» ha identificado al asaltante como Iliá Fisenko, que al final fue aniquilado por unidades antiterroristas del FSB y de los OMON de la Policía. Las autoridades no confirmaron la identidad facilitada por «Mash» y declararon que continúan las pesquisas para establecerla.

El tráfico rodado estuvo varias horas cortado en la zona , acordonada además por fuerzas de la Policía, y a los funcionarios de los numerosas establecimientos oficiales presentes en la zona se les prohibió acercarse a las ventanas. La motivación del ataque no está clara, pero el FSB, la Fiscalía General de Rusia y el Comité de Instrucción (SK) hablan de posible delito de terrorismo y, sobre todo, de «atentado contra la vida de agentes del orden». Por otro lado, la zona fue peinada por artificieros ante la posible presencia de algún artefacto explosivo.

Durante el tiroteo, Putin asistía a un concierto en el Kremlin dedicado al Día del Oficial de Seguridad del Estado y, según su portavoz, Dmitri Peskov, fue puesto inmediatamente al corriente de lo sucedido, aunque el concierto no fue interrumpido . Según Reuters, la inteligencia rusa estaba al tanto de la posibilidad de un ataque inminente en la víspera de las Navidades. Sin embargo, en los canales de televisión oficiales pasaron de puntillas sobre el incidente en la Lubianka, centrándose en el contenido de la rueda de prensa del jefe del Estado.

Aunque tiroteos de grupos criminales tienen lugar a veces en la capital rusa, atentados terroristas hace ya algún tiempo que no se producen en Moscú. El último de envergadura se produjo en 2011 en la terminal de llegadas del aeropuerto de Domodiédovo y, un año antes, perpetrados por radicales islámicos, en dos estaciones del metro, una de ellas precisamente la de Lubianka.

En abril de 2017, una bomba colocada por un terrorista suicida de origen kirguís sembraba la muerte en el metro de San Petersburgo . El pasado día 10, el Tribunal Militar de Moscú condenó a cadena perpetua a Abror Azímov, considerado el cerebro de aquel ataque, y a penas de entre 19 y 28 años a otros 10 participantes en la organización de la trama.

En el año 2018 tuvieron también lugar numerosos atentados en repúblicas del Cáucaso Norte, especialmente en Daguestán e Ingushetia, reivindicados en su mayoría por el Daesh . No obstante, 2019 ha sido algo más tranquilo. El FSB ha informado sobre frecuentes detenciones de terroristas del Estado Islámico que se proponían cometer atentados en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades rusas.

Sin embargo, lo sucedido ayer en Moscú no se atiene al esquema habitual del tipo de terrorismo que opera en Rusia. Algunos expertos hablan de la posibilidad de algún tipo de venganza contra el FSB, cuyos funcionarios y agentes penetran en todas las áreas de la vida en el país, determinando políticas, causas penales e incluso influyendo en el mundo de los negocios a nivel local. Por causas similares o desavenencias con organizaciones mafiosas, suelen tener lugar asesinatos de policías.