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La minoría cristiana de Mosul, expulsada y sin idea de retornar

Eran más de 100.000 cuando invadió la ciudad Daesh, y hoy tras la liberación apenas queda un puñado

Cristianas iraquíes, en una iglesia de Jordania REUTERS

FRANCISCO DE ANDRÉS

La devastación en Mosul , humana y material, afecta por igual a musulmanes y cristianos. Pero mientras la minoría chií expresa su júbilo por la derrota de Daesh, y la población suní tiembla pensando en las represalias, la comunidad cristiana solo puede constatar que ya no existe. Iglesias milenarias semiderruidas o convertidas en almacenes y establos, y toda la población cristiana huida, es lo único que pueden reflejar los medios de prensa que recorren estos días la inmensa urbe convertida en ruinas tras nueve meses de asedio.

Mosul era la ciudad cristiana por antonomasia de Irak, después de Bagdad, con más de 100.000 fieles. Tras la caída de la ciudad en manos de los yihadistas de Daesh , a los cristianos se les ofrecieron tres opciones: la conversión al islam, el pago de tributos, o la huida. La mayor parte optó finalmente por el camino del exilio, hacia los territorios de Irak controlados por los kurdos, o los campamentos de refugiados en Líbano, Turquía y Jordania . Ninguno ha regresado a las zonas liberadas por el Ejército iraquí en Hamdania, Qaraqosh o Bartella, y tampoco se prevé que lo hagan a sus casas en Mosul tras la liberación de la ciudad. Sus propiedades, igual que las iglesias, son ruinas, y los vecinos musulmanes se disponen a venderlas al mejor postor sabiendo que sus dueños no retornarán.

Existe miedo y casi la convicción de que –al menos en Mosul– ya no podrá restaurarse la vieja convivencia de siglos entre vecinos cristianos y musulmanes. Los sacerdotes que atienden a los refugiados en Erbil o en el extranjero aluden a la «semilla del odio» sembrada por los yihadistas en los niños de Mosul, utilizados en la guerra como propagandistas, y en ocasiones como ejecutores de prisioneros.

Antes de la caída del régimen laico de Sadam Husein vivían en Irak alrededor de un millón de cristianos –de rito en arameo, la lengua materna de Jesús– en una situación de relativa tranquilidad. El rencor hacia Occidente por la intervención norteamericana y la ideología islamista han destruido el equilibrio, y han extendido la semilla a toda la región. Oriente Próximo sin cristianos «es una mala noticia para todos, y en primer lugar para los propios musulmanes moderados», ha afirmado el Patriarca de Bagdad.

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