Entrevista
Mikel Ayestaran: «En Jerusalén no hay ni un Instituto Cervantes, España debería tener mucho más peso aquí»
Entrevista con el corresponsal de ABC y los diarios de Vocento, que publica el libro ‘Jerusalén, santa y cautiva’
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Iniciar sesiónDecía el dos veces primer ministro británico Benjamin Disraeli , de familia judía sefardí, que «la visión de Jerusalén es la historia del mundo; es más, es la historia del cielo y de la tierra». No exageraba. A lo largo de los últimos dos ... mil años, Jerusalén ha sido el tablero del poder político y de mil batallas. En el siglo X, el geógrafo jerosolimitano Muqaddasi ya describía a Jerusalén como la más ilustre de las ciudades no carente de desventajas, siendo así «un cáliz de oro lleno de escorpiones». Ansiada por judíos, musulmanes y cristianos, parafraseando al escritor israelí Amos Oz , esta ciudad ha sido destruida, reconstruida, destruida y vuelta a construir.
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Una constante en siglos y siglos de historia ha sido la obsesión de los grupos dominantes del momento por justificar su existencia en Tierra Santa. En el último capítulo de esta pugna, Donald Trump reconoció a Jerusalén como «la capital única e indivisible del pueblo judío» desplazando allí la embajada estadounidense. Desde su escritorio del multicultural barrio de Musrara, el periodista vasco Mikel Ayestaran es la voz, los ojos y hasta el gusto de los sabores de Tierra Santa para los españoles que lo siguen en las páginas de ABC y otros diarios de Vocento, a través de la televisión vasca EITB y en sus perfiles de Instagram y Twitter. Ayestaran dibuja en 'Jerusalén, santa y cautiva' (Editorial Ediciones Península) un perfil colectivo de la Ciudad Vieja a partir tanto de su día a día como corresponsal como de las historias personales de vecinos de los barrios musulmán, judío, armenio y cristiano.
El hilo conductor del libro es la obsesión de los grupos dominantes por borrar el pasado en Jerusalén.
Lo que estamos viviendo ahora no es nuevo en Jerusalén. Ahora tenemos una fuerza mayor, que es la de los judíos. Han vuelto después de muchos años de ausencia y son los que imponen la ley, los que mandan; como antes mandaron cristianos y musulmanes. Periódicamente, lo que hemos visto aquí es la fuerza dominante intentando mitigar la importancia de las fuerzas anteriores. Aquí es la carrera por ser el primero. Una vez más, estamos asistiendo al mismo fenómeno y eso se ve en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
¿Los cambios demográficos de Israel han dejado atrás ese Israel secular donde ganaban los laboristas?
La historia de este país la escribieron los laboristas. Fueron los que levantaron Israel. Es un país que no es ajeno al fenómeno global del populismo y, a nivel regional, del fundamentalismo, aquí la religión tiene cada vez mucho más peso. Esta imagen que proyectan al exterior de una ciudad unida e indivisible no es así. Hay cuatro jerusalenes al menos: la laica. que es cada vez menos laica, la árabe, que es musulmana y cristiana… [Recibe la llamada de un vecino]
Es mi vecino del primero, un judío de Nueva Jersey, uno de esos judíos que vinieron ilusionados y que están decaídos por este auge del sionismo religioso. En las últimas elecciones en Jerusalén ganó Judaísmo Unido del Pentateuco. Si los fundadores de esta ciudad, todo el laborismo que vino aquí para levantar y construir el Estado de Israel, vieran esto… Dios mío, qué es esto.
A Europa nos llegan relatos de un Israel que está dejando de existir o que solo representa a un porcentaje de población cada vez más minoritario. Ahí está el caso del diario Haaretz, tan respetado fuera como minoritario dentro de sus fronteras.
A Amos Oz , muy respetado fuera, aquí lo insultaban y le mandaban amenazas. Era un tipo señalado, no era profeta de su tierra. Ya se acabó la época de los profetas. Ser profeta en Israel es muy difícil. Aquí el único profeta es Bibi (Netanyahu), y como te muevas de ahí, tienes problemas. En el mundo de la cultura y arte esto no está fácil. Una pena.
¿Es Jerusalén un proyecto fallido de ciudad multicultural?
Desde que trabajo en Oriente Medio, aquí ni el multiculturalismo ni el multiconfesionalismo han funcionado. Están juntos, pero no mezclados. La ciudad tiene cuatro partes claras, incluso dentro de la muralla, en apenas 1 kilómetro cuadrado, los cuatro barrios están juntos, pero viven a espaldas unos a otros. Todo el mundo sabe quién es quién. Dentro de los cristianos, que quedan cuatro, saben si este es católico, copto… Como espectador, lo bueno es que puedes ir a cada sitio y vas disfrutando de la riqueza que tiene, pero la gente que está aquí acaba con su grupo. Esta ciudad es muy endogámica y muy poco transversal.
El Covid no tiene fronteras, pero las vacunas sí, y es el muro que separa a los dos. La vacuna ha mostrado todavía más la diferencia entre un estado rico y un vecino pobre
Aquí hay un muro físico con Cisjordania. Eso es una frontera. Aunque luego dentro tengas a miles de colonos viviendo ahí, eso marca una barrera en momentos clave como este de la vacunación. La vacuna ha llegado al otro lado, pero a cuentagotas: a los palestinos que tienen permiso de trabajo o a los palestinos que trabajan dentro de las colonias. Al resto no ha llegado. Aquí es blanco y negro: mientras que aquí hemos vuelto a la normalidad ya a la normalidad prácticamente, ahora están en el pico. Mi mujer trabaja como enfermera con Médicos Sin Fronteras (MSF). Yo estoy aquí solo porque mi mujer se pasa toda la semana en el centro Covid de Palestina. Están que no pueden, en plena alerta. En 40 minutos coge el coche para llegar hasta donde no pasa nada. El Covid no tiene fronteras, pero las vacunas sí, y es el muro con que separa a los dos. La vacuna ha mostrado todavía más la diferencia entre un estado rico y un vecino pobre.
En el libro destacas un apartado del decreciente peso tanto de España como del español en Tierra Santa. ¿Es más culpa de las autoridades españolas o de las israelíes?
Fue un imperio con un peso en el pasado decisivo. Aquí el Rey de España es también el Rey de Jerusalén. España ha tenido un peso muy fuerte en Tierra Santa, pero a medida que ha ido bajando nuestra capacidad adquisitiva y peso político, hemos ido perdiendo influencia sobre todo a nivel político. España sí es una potencia a nivel cultural y sobre todo en el fútbol, también por las conexiones diarias con Madrid y Barcelona, que los israelíes se mueren por ir a España. Deberíamos tener mucho más peso del que tenemos por los vínculos culturales y de sangre de los judíos con España. Aquí hay gente originaria de España a patadas, todos los sefardíes que salieron de ahí y sigue conservando toda su memoria, algunos de ellos han hecho el proceso de la nacionalidad. A las autoridades (locales) tampoco les gusta mucho eso, lo que quieren es que los judíos vengan aquí, no que se vayan. España debería tener mucho más peso del que tiene. Echo de menos un Cervantes en Jerusalén, no hay, es algo que no entiendo. Los franceses tienen dos institutos, los anglicanos tienen una escuela. Y España no tiene ni un Cervantes. La presencia española se limita a la iglesia. Podemos hacer un equipo de fútbol de los franciscanos, ya veteranos eso sí.
Sales de España y lo primero que te dicen es: «Oh, ¡español!, ¿Madrid o Barça?». ¿Cómo es ser embajador no oficial en Jerusalén de la Real Sociedad teniendo en cuenta la hegemonía de los dos grandes equipos españoles? [Esta entrevista fue anterior a la crisis de la Superliga]
Estoy predicando. Esta es la tierra de la predicación y de la fe. Hemos ganado la Copa del Rey. Al día siguiente fuimos toda la familia a comprar el pan con la camiseta de la Real y ya lo sabe: «Real Sociedad, felicidades». Lo que ha pasado con el fútbol en los últimos años ha sido brutal. Lo ves todos los días. Ven futbol español, además. La gente está viendo aquí por ejemplo un Real Sociedad-Getafe. Yo lo veo porque soy de la Real. Ha roto todas las fronteras.
¿Estos años en Jerusalén te han hecho más o menos religioso?
Me he ido distanciando de las piedras, de la religión en sí, del tremendo peso que tiene y que está por encima de las personas. Me he ido distanciando de las personas que controlan los lugares santos y que defienden que la tradición está encima de las personas. En esta ciudad pesan más las piedras que las personas y creo que en cualquier religión debería ser, al contrario. Pero en esta ciudad no pasa. Dicen que aquí sientes la conexión y tal, pero yo estoy lejos de sentir esa conexión.
Me ha llamado la atención el caso de la española Virginia, convertida al judaísmo tras un arduo proceso de conversión. Pese a todo, no se considera «judía religiosa» sino «sionista de corazón». ¿Para ser ciudadano de primera y judío de primera te obligan a abrazar las corrientes dominantes?
Al final, dentro de los diferentes tipos de judíos que hay, aquí los que dominan son los ortodoxos. Tienes que ser de ese tipo para que te reconozcan y además se supone que tienes que ser judío por parte de madre y cumplir con todos los requisitos. En el caso de ella, se convirtió al judaísmo reformista, pero al venirse aquí, esa conversión fue reconocida por el Estado, pero no por el brazo religioso. Entonces hizo otra conversión. Luego te dice que no es religiosa. ¿Has hecho dos conversiones y no eres religiosa? Está esa mezcla tan fuerte entre nacionalismo y religión.
Como buen conocedor de Oriente Próximo, ¿es Jerusalén donde se hace mayor uso de la arqueología para sostener una narrativa económica y política?
Lo que pasa aquí no pasa en otro sitio. Los sirios no tienen necesidad de reafirmar que son sirios. Babilonia es Babilonia y Palmira es Palmira. Pero aquí si hay esa necesidad. En el libro incluyo el testimonio de un arqueólogo que comparaba el uso que se está haciendo aquí de la arqueología con la de un niño adoptado que trata de buscar a su madre. Hay una necesidad tremenda para justificar toda la narrativa política actual sobre lo que pasó hace 2000 años o más. Quieren buscar las pruebas. Se trabaja sin descanso. Luego también hay mucha competencia entre ellos: hay movimientos de arqueología muy marcados por el ultranacionalismo, de los colonos, otros más académicos más vinculados a la universidad hebrea y entre ellos no pueden ni verse.
Hasta el humus es motivo de disputa.
Tienen esa disputa gastronómica también. Por ejemplo, la ensalada de tomate y pepino. A un lado de la ciudad es ensalada árabe y en el otro lado, ensalada israelí, ¡cuando es el mismo tomate! Con el humus pasa igual. Ahora con el Knafeh se está ‘knafizando’ la parte occidental de la ciudad. Muchos judíos son de origen árabe (de Marruecos, Irak) y cocinan los mismos postres. Tienen las mismas tradiciones. Ahora vas al mercado judío por antonomasia y te encuentras baklava, knafeh y todo es judío, por supuesto. Es un circo. Luego vas a restaurantes donde ves 'auténtica comida judía'. ¿Te imaginas un restaurante de la auténtica comida cristiana? Aquí pasa eso. Al final tienen muchísimos puntos en común. Te das cuenta de cómo los jóvenes judíos conducen más como lo hacen los árabes y ves a los jóvenes árabes que les gusta ir a la moda como van los israelíes.
En Jerusalén pesan más las piedras y las religiones que las personas
Cada vez son más los corresponsales freelances que publican libros sobre las regiones en las que trabajan. ¿Es la salida que queda en este oficio para salir adelante?
Es un paso natural como corresponsal si estás en una ciudad tanto tiempo. Es un formato más. Cuando empecé en esto me dijeron que lo multimedia era el futuro y llevo con ello desde 2006. Ahora he sumado otro formato multimedia: el de los libros. Son pequeños reportajes. Me interesa mucho más estas pequeñas historias que si Netanyahu dijo o afirmó. Gracias al libro le puedo dar salida a estas historias. Por otro lado, empecé a escribir con una deuda con Jerusalén que salía en otros libros, pero no tenía peso y ahora es la protagonista.
¿Está recogiendo tu quinta el testigo de Javier Reverte con los libros de viajes?
Me faltaban referencias. Muchos periodistas pasaban por aquí y hablaban del conflicto o con una visión más histórica y religiosa. Echaba de menos un relato más viajero, y es lo que he intentado hacer. Puede tener un sabor a Javier Reverte o Enric Gonzalez, una crónica en la que tratas de meter muchos elementos a la vez y de lugares que conoces muy bien. Es lo que a mí me interesa y me ha parecido lo más difícil.
Dada la diferencia de tarifas notable entre el reporterismo en lengua hispana y el de habla inglesa, ¿te ves incursionando en el periodismo anglosajón en un futuro o te ves más de vuelta al País Vasco?
Gracias a Vocento y EITB puedo vivir en un sitio tan asquerosamente caro como este. No me voy a hacer rico, pero al final soy feliz. He encontrado la felicidad en Jerusalén. Tantas diferencias, pero he encontrado la tranquilidad para escribir tres libros. Los colegas de la prensa alemana se han movido en bloque a Tel Aviv. A mí me gusta la Ciudad Vieja a diferencia de Amos Oz, que necesitaba Jerusalén como inspiración, pero tenía que vivir lejos. A mí me gusta la Ciudad Vieja, es súper interesante. Me gustan las ciudades viejas como Nablus, Damasco, me gustaba Alepo, Homs, me gusta El Cairo. La sensación que puedes tener en Tel Aviv la puedes tener en Barcelona. Lo que tienes aquí es único.
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