Malestar en Brasilia por el protagonismo olímpico de una rival política de Roussef
El COI dio un puesto de honor en la inauguración a la ecologista Marina Silva, que compitió en su día con la actual presidenta de Brasil; Dilma Roussef contempló con estupor cómo portaba la bandera su ex rival
Malestar en Brasilia por el protagonismo olímpico de una rival política de Roussef
Las autoridades brasileñas han dejado claro que la presencia destacada de la ecologista Marina Silva en la ceremonia de apertura de Londres 2012 , llevando la bandera olímpica al lado de personalidades como el boxeador Mohamed Alí, el secretario general de la ... ONU, Ban Ki-moon y el maestro Daniel Barenboim, provocó malestar en el Gobierno y ofuscó a la presidenta Dilma Rousseff , que estaba en el estadio.
Silva, conocida internacionalmente como una defensora de la Amazonia, disputó la elección contra Rousseff en 2009 y vivió con ella una disputa de poder en el gabinete ministerial de Luiz inácio Lula da Silva, cuando ambas eran ministras, Rousseff como desarrollista, y Silva como ecologista. Los principales medios de comunicación brasileños no escondieron que Silva atrajo toda la atención y apagó la presencia de Rousseff, presidenta del país que será la próxima sede, y que apenas apareció en la transmisión de la ceremonia.
El ministro de Deportes de Brasil, Aldo Rebelo, ironizó y minimizó la invitación a Silva. “Marina siempre tuvo buena relación con las casas reales de Europa y con la aristocracia europea. No podemos determinar a quién eligen las casas reales”, dijo Rebelo.
El presidente de la Cámara de Diputados, el oficialista Marco Maia, dijo que el Comité Olímpico Internacional (COI) "debería haber hecho un mejor trabajo de comunicación con el Gobierno brasileño" . Mucho más diplomática, Rousseff declaró que fue un “orgullo”, pero confirmó que no sabía la sorpresa que le aguardaba.
La invitación del COI a Silva y a las personalidades que llevaron la bandera olímpica fue un secreto que sólo se reveló en el último momento. Como Brasil será el próximo anfitrión de los Juegos, en Río 2016, el Gobierno dejó evidente que desde su punto de vista la decisión fue “una metedura de pata”.
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