Maduro da poder a bandas mafiosas a cambio de que protejan la revolución
El último operativo policial lanzado supuestamente contra el Coqui era para deshacerse de otra banda rival
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Iniciar sesiónEl Coqui en La Vega y Wilexis en Petare. Los dos jefes de las megabandas criminales más famosas del este y el oeste de Caracas han cogido mucho vuelo desde que el régimen de Nicolás Maduro en 2013 les permitió expandir sus actividades delictivas ... a cambio de proteger la revolución bolivariana y no meterse contra los jerarcas chavistas. El último enfrentamiento policial ocurrido en los populosos barrios de La Vega y la Cota 905, al suroeste de la capital venezolana, tras la advertencia de Maduro de ir a por el Coqui, se saldó con dos policías heridos y dos víctimas fatales por las balas perdidas del tiroteo.
El Coqui trabaja junto a otros delincuentes como el Vampi, el Garbis y el Mayeyas, los maleantes más famosos de la zona, que «fueron armados por el régimen socialista y pseudobolivariano de Chávez y Maduro para defender la revolución contra un golpe de Estado y contra una supuesta invasión», dice a ABC el periodista tachirense Gustavo Azócar.
La ministra de Interior y Justicia, la almirante Carmen Meléndez, al frente de más de 1.000 soldados mostró como una victoria el saldo del último operativo lanzado supuestamente contra el Coqui que en el fondo era contra otra banda que le hacía competencia en La Vega: 38 detenidos, armas, metralletas de asalto, fusiles y pistolas , trincheras tipo militar, drogas y municiones decomisadas, pero ningún miembro de la megabanda del Coqui.
«Una gran mentira»
«Fue una farsa y una gran mentira lo de la ministra Meléndez», afirma el comisario opositor Iván Simonovis en un vídeo publicado en su cuenta de Twitter donde aclara que la intención del operativo chavista era deshacerse de otra banda que adversaba al Coqui para dejarle el campo libre de competencia. Puso como ejemplo lo ocurrido con la narcoguerrilla disidente de las FARC en el estado Apure, donde se repitió el mismo procedimiento hace un mes.
Según Simonovis, exiliado en EE.UU., en el fronterizo estado venezolano de Apure la disidencia de la narcoguerrilla colombiana FARC s ecuestró a ocho de los 30 oficiales que la Fuerza Armada envió a la zona. Para poderlos liberar la semana pasada el Ministro de Defensa, Vladimir Padrino López , negoció la liberación de los secuestrados por la entrega de Apure para que puedan seguir traficando la droga en ese estado.
«Los únicos que salen favorecidos son los criminales que negocian con el régimen», subraya Simonovis. «Hace rato Venezuela avanza en una vertiginosa metástasis criminal y cada espacio del país terminará en manos de terroristas o delincuencia común. Hoy es Venezuela, mañana Latinoamérica. Ni las burbujas ni las negociaciones los protegerán», sentencia en su Twitter.
El analista José Toro Hardy sostiene que a las megabandas el régimen: « Les dieron entrenamiento militar, les dieron armas y les regalaron una “zona de paz” pensando que se harían defensores del régimen. Ahora son enemigos del régimen, de la paz y no sueltan la zona».
En el 2013, el actual alcalde del municipio caraqueño de Sucre, José Vicente Rangel Avalos, entregó a las bandas criminales las denominadas «zonas de paz» de barrios populares de Caracas, a cambio de que entregaran sus armas. Sin embargo, el eufemismo de «zonas de paz» se han convertido en «zonas de guerra». El exterminio de los comandos policiales de las FAES (Fuerzas de Acciones Especiales) registraron en el último año de 2020 unas 4.000 ejecuciones extrajudiciales.
En esas «zonas de paz» se incluye a «Wilexis», líder de los maleantes en Petare, el barrio de 800.000 habitante s más populoso de Latinoamérica, de los cuatro millones que viven en Caracas, que puso en jaque al régimen el año pasado y a quien no han podido capturar, igual que al «Coqui».
Transparencia Internacional no ha podido contabilizar los diferentes grupos delictivos que hacen vida en el país, pero expertos estiman entre 100 y 280 megabandas. A ellas se les suman los colectivos de paramilitares y los narcoguerrilleros se reparten el dominio de Venezuela.
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