Un vidente asegura que Madeleine McCann está enterrada en un bosque cerca de donde desapareció

No es que el vidente (prestigioso, según algunos medios) haya realizado estas declaraciones de manera arbitraria, sino que se inscriben en el marco de su testimonio ante la Policía germana, que ha tomado el mando de las actuales investigaciones, en vista de la ineficacia de los agentes de Portugal y Reino Unido.

La cuestión radica en que Alemania tomó el mando de las pesquisas hace menos de dos años, cuando se conoció que el ciudadano de ese país Christian Brueckner podía estar relacionado con el caso. De hecho, se halla en una cárcel allí por un supuesto delito cometido en Praia da Luz: la hipotética violación de una mujer norteamericana. Esta circunstancia todavía no se ha probado, pero puso a este individuo en el disparadero.

Se trata de un nuevo giro en el enigmático asunto , que no hace más que añadir preguntas y preguntas, la gran mayoría de ellas sin responder porque la incertidumbre no deja de sobrevolar el sumario. Todo pareció cambiar en el embrollo cuando se descubrió que Brueckner se encontraba acampado en una autocaravana al lado de donde se alojaba la familia McCann en el enclave del corazón del Algarve. Al parecer, el hombre confesó a un amigo que le fascinaba el relato sobre el arquitecto austriaco Josef Fritzl, quien violó sistemáticamente a su hija en una mazmorra donde la tenía encerrada. Nada menos que 24 años duró el calvario de la menor, víctima del conocido como ' monstruo de Amstetten '.

No contento con semejante obsesión morbosa, el sospechoso construyó un habitáculo en la parte trasera de su inmueble en la localidad germana de Seelze, aprovechando el espacio del jardín. Incluso se baraja posibilidad de que las pesquisas determinen que pudo haberlo utilizado para mantener cautiva a 'Maddie', diminutivo por el que se conoce a la menor desaparecida.

Esta línea de búsqueda parte de una premisa distinta a la que preside los trabajos de sus colegas lusos e ingleses: que la menor fue, probablemente, asesinada. Desde Londres, no obstante, surgen de cuando en cuando algunos indicios que alientan la teoría de que está viva, tal vez nada casual tratándose del país donde se asientan los padres. Una pareja cuya existencia está volcada en todo lo que rodea al espinoso asunto.

En cuanto a la Policía Judicial portuguesa, lanzó en su día la suposición de que el matrimonio jugaba un papel 'demasiado' ambiguo , una hipótesis que inundó las páginas del libro que llegó a publicar el comisario Gonçalo Amaral. Este investigador acabó apartado de la trama para esclarecer el reguero de dudas, pero ha vuelto a alzar su voz con el fin de proclamar que los policías alemanes no van bien encaminados porque Christian Brueckner ya estuvo en el ojo del huracán y no pudo demostrarse nada.

Los vecinos de este sujeto pensaron, meses atrás, que se había puesto en marcha un dispositivo para encontrar el cadáver de 'Maddie', lo cual retrataría que la trasladaron desde Portugal… pero no ha podido acreditarse oficialmente. Con respecto a los padres, reclaman que se les presenten pruebas concluyentes de que el cuerpo sin vida de su hija está ahí. Se han quedado un poco desconcertados al perder protagonismo los agentes británicos, aunque muestran más confianza en las investigaciones germanas que en las que se desarrollaron en su día en el Algarve. Kate y Gerry McCann se afanan en proteger la privacidad de los mellizos Sean y Amélie, hermanos de Madeleine. Ellos tenían solo dos años en aquel momento de 2007 que nunca olvidarán.

La intriga permanece y se renueva cada poco tiempo. Es un rompecabezas que, a veces, parece un túnel en el que apenas puede atisbarse un rayo de claridad. Las vidas de los McCann nunca volvieron a ser las mismas: el cardiólogo ejerce hoy como profesor de la Universidad de Leicester, la doctora dejó sus funciones y ahora se distingue como embajadora de la organización benéfica Missing People, mientras que los mellizos asisten a clase en una escuela católica de Loughborough, un centro donde Kate y Gerry todavía siguen reservando año tras año un lugar para Madeleine… por si acaso estuviese aún viva, una eventualidad cada vez menos probable.