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Macron hace del fuerte de Brégançon una segunda residencia presidencial

Evitada por los jefes de Estado anteriores, el presidente quiere convertirla en una nueva sede donde recibir a líderes mundiales en un «ambiente más íntimo»

Vista del fuerte de Brégançon AFP

JUAN PEDRO QUIÑONERO

Emmanuel Macron desea cambiar el modelo y la historia de las vacaciones de los jefes de Estado de Francia, convirtiendo el fuerte de Brégançon , entre la Provenza, la Costa Azul y España, en «palacio de verano». El presidente francés y su esposa Brigitte inician sus vacaciones este fin de semana, abandonando el Elíseo («palacio de invierno») por este «palacio de verano» , en el que recibieron a la primera ministra británica, Theresa May, y su esposo Philip, para discutir del futuro del Brexit , en un «clima veraniego y distendido».

Macron ordenó hace semanas la construcción de una piscina privada en Brégançon, con el fin de poder bañarse sin ser inmortalizado por los paparazis apostados en las playas vecinas. Fue el primer paso de una modernización generalizada de un antiguo fuerte militar, residencia secundaria de los presidentes de la V República. De Gaulle, Giscard, Mitterrand, Chirac, Sarkozy, Hollande, los antecesores de Macron, solo visitaron ocasionalmente el fuerte de Brégançon, mal adaptado a la vida moderna.

De Gaulle solo durmió una vez en esas dependencias , para celebrar un aniversario del desembarco aliado en Provenza. Pero guardó el penoso recuerdo de un mosquito que lo persiguió durante una santa noche. Giscard se quejaba del «arcaísmo» de la residencia. Mitterrand recibió en una ocasión a Helmut Kohl, pero no repitió la experiencia.

Chirac recibió al presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, pero no apreciaba la calidad de las prestaciones domésticas. Sarkozy recibió a la secretaria de Estado de EE.UU., Condoleeza Rice, y se hizo fotografiar los «michelines» escoltando en bañador a su esposa, Carla Bruni. Hollande pasó con Valérie Trierweiler unas vacaciones , con un resultado político devastador: sus fotos en bañador dieron una imagen cruel de un presidente «informal» que rozaba el sainete cómico.

Macron , por su parte, ha decidido transformar el viejo fuerte en una residencia secundaria de otra naturaleza, semejante a Camp David , donde los presidentes de los EE.UU. pueden recibir a sus invitados internacionales en un marco íntimo, con relativa discreción.

La construcción de una nueva piscina lejos de la playa, de imposible acceso a los paparazis, ha costado poco menos de 40.000 euros, pero será parcialmente financiada con las ventas de «productos derivados» relacionados con el fuerte: fotografías, recuerdos, guías turísticas, que se pondrán a la venta en Bormes-les-Mimosas (7.800 habitantes), el pueblecito que se encuentra frente a la «península» de Brégançon.

La primitiva fortaleza merovingia , «reformada» por reyes, generales y presidentes durante siglos, también tendrá ahora una dimensión «turística» y podrá visitarse a un precio modesto (entre 4 y 10 euros) cuando no esté ocupada por el jefe del Estado.

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