Llanto e incertidumbre en la estación de Leópolis
Ahí convergen los que vuelven a la guerra y los que tratan de huir de ella guerra. Son las caras del éxodo
Cada día que pasa hay más gente en la estación de Leópolis. Personas que vienen, personas que se quieren ir, voluntarios que ayudan y prensa. Los unos intentan reflejar lo que está pasando, los otros intentan ayudar con sopa, agua, calor y consuelo. Y todos ... son realmente incapaces de asimilar la magnitud de la tragedia .
Artur solo accede a responder con la condición que no le hagamos llorar. Ha llorado ya mucho. Intentó salir y no lo ha conseguido, teniendo que dejar a su familia camino de Varsovia. Él tiene que volver a Odesa, una de las próximas conquistas de los rusos. Nastia es una joven profesora de inglés de Jarkóv y sabe que su mundo ha dejado de existir. Verbaliza perfectamente el horror vivido estos días y a su vez muestra una entereza inmensa ante la incertidumbre absoluta .
El alto comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados, Filippo Grandi, ha dicho que después de llevar más de 40 años trabajando en emergencias de refugiados, nunca ha visto un éxodo tan rápido. El movimiento de la gente se verá reflejado en cifras y gráficos que tratarán de visualizar las dimensiones tan dramáticas de este flujo. Pero cada número es una persona que tiene una historia terrible . Como la de Nadia con su hijo Ivan, que a diferencia de Artur, no puede ni quiere dejar de llorar. Es la única reacción que les queda, la que están teniendo todos. Llorar cuando se puede y salir como sea.
Polina. Járkov, 31 años
«Mi ciudad era maravillosa, estaba en pleno auge y ahora está destruida»
«No me quedaré en Leópolis. Voy a la frontera polaca, ya que en Polonia tengo familiares. Estoy esperando un autobús, los hay gratuitos. Es terrible ver todo esto, mi ciudad está destruida. He estudiado ahí más de cinco años. Era una ciudad maravillosa, en pleno auge, y ahora ya no hay nada. Hemos estado tres días en el refugio con miedo. No hay nada en la tiendas, los estantes están vacíos, no hay comida. Nos metimos en el tren y justo cuando salimos bombardearon el centro. Fue muy duro cuando llegamos a Kiev, todo el mundo quería salir para salvar su vida».
Yura. Dnipro, 16 años
«No tengo miedo por mi vida, pero sí por mi familia»
«Llegué desde Dnipro en tren, viajo con familiares intentando llegar a Polonia, porque tenemos miedo. No tengo miedo por mi vida, pero sí por mi familia. Si fuera mi decisión, me quedaría en Dnipro como voluntario. Ayudaré desde Polonia a nuestro país, porque en esta situación toda Ucrania tiene que estar unida. No tenemos miedo de los enanos como Putin».
Vira. Járkov, 38 años
«Quedarse es imposible, matan a gente en la calle»
«No tengo emociones. Nos han roto por completo, por eso estamos aquí. Somos de Járkov, vengo con mis hijos y mis amigos. Quedarse es totalmente imposible. Han destrozado una región pacífica, han matado a gente en la calle. Unos amigos nos acogen ahora, pero seguiremos mañana probablemente a Polonia para estar seguros».
Nadia, con su hijo Iván. Járkov
«No sé si los que se quedaron a defender la ciudad siguen vivos»
«Nuestra ciudad está siendo bombardeada, no hay ningún sitio donde no estén cayendo las bombas. Todas mis amigas han huido, es imposible vivir allí. No sé si nuestros hombres que se quedaron a defender la ciudad siguen vivos. No sabemos a dónde ir, solo queremos salir de aquí con tal de no oír los disparos. No quiero ver a mi hijo sentado en un refugio antiaéreo».
Yulia. Kiev, 44 años
«No sé a dónde ir, solo que sea un sitio seguro»
«No sé a dónde ir. Lo importante es un sitio seguro. Estaba muy asustada en Kiev. Tenemos que ir algún sitio, pero no se dónde. Voy a las montañas fronterizas con Hungría, tengo conocidos ahí que nos ayudarán. Estamos todos unidos. Estamos muy agradecidos».
Nastia. Járkov, 25 años
«La gente se caía del andén y recogía a los niños de las vías»
«Me he visto forzada a huir de mi ciudad. Estoy intentando llegar a Hungría, pero ahora mismo no es posible. No sé a dónde iré hoy. Fue muy difícil salir de Járkov. La gente se caía del andén. Los hombres recogían a los niños de las vías. Fue un milagro que conseguí subir al quinto tren. Ahora mismo estoy buscando trenes a Hungría, pero no hay nada y no sé cómo será. Me he tenido que despedir de mi familia varias veces. Empezó cuando estaba con mi mejor amigo, a las 5.22 horas de la mañana, que vivía en el centro de Járkov. Fui a comprar el pan, había una cola de 200 personas y vi un bombardero en el cielo, parecía un cuervo, muy cerca. Me tiré al suelo, después de eso tenía claro que mi vida no era segura en Ucrania. Mi familia se fue al campo, no sé cómo están, ya que me consta que hay familiares a los que dispararon. Salimos corriendo hacia Leópolis».
Halyna Vasylivna. Rivne, 81 años
«Todo el mundo huye»
«Todo el mundo huye y nosotros también. No sé cómo va acabar esto».
Artur. Odesa, 27 años
«No he podido cruzar la frontera; vuelvo a Odesa a proteger nuestra casa»
«Intenté cruzar la frontera y dejar atrás esta situación terrible, pero no he podido. He tenido que decir adiós a mi familia, que ha podido cruzar y está camino de Varsovia. Vuelvo a Odesa a proteger nuestra casa».
Serhii. Donetsk, 54 años
«No necesitamos enemigos»
«Volvemos a casa cerca de Donestk, a la ciudad heroica de Sloviansk. Estábamos en Truskavets, cerca de Leópolis. Vamos a proteger a nuestra tierra. No necesitamos enemigos, qué quiere que le diga».
Olena. Sloviansk, 45 años
«Resistiremos, todos somos y seremos Ucrania»
«Soy de Sloviansk, del óblast (provincia) de Donetsk. No hemos decidido a dónde ir. Nuestros amigos nos están ayudando. No quiero abandonar Ucrania, estoy indignada, abandonando nuestras casas, nuestros amigos, pero resistiremos. Todos somos y seremos Ucrania. En el Donbass hablamos ruso, pero en nuestros corazones somos ucranianos. Todos estamos convencidos de que venceremos. Nuestros hombres están cogiendo las armas y van a defender nuestros hogares, nuestras fronteras y nuestras ciudades».
Tatiana, con su hija Sohpia. Lugansk, 48 y 13 años
«En 2014 ya tuvimos que huir de Lugansk, no pensamos que tendríamos que volver a hacerlo»
Tatiana: «Venimos de Kiev, pero en 2014 huimos de Lugansk. Es la segunda vez en nuestra vida que tenemos que huir. En Kiev vivíamos en el piso 12 y teníamos que bajar cada vez doce pisos al refugio. Había mucha gente sufriendo. No hay comida suficiente. Y no había pan desde el viernes. Ahora dormiremos aquí, solo queremos descansar. No sabemos a dónde ir. Estamos muy cansados de estar huyendo siempre. Teníamos una casa en Lugansk. Es todo tan terrible... No nos creemos que esto haya pasado, nunca pensamos que nos volveríamos a bañar en el mismo rio. Y lo hemos hecho». Sophia: «Estoy muy triste de haberme separado de mis amigos».