Hazte premium Hazte premium

Kamala brilla y Biden sufre en el debate demócrata

El segundo episodio era el más relevante, con el mayor número de candidatos de peso

Javier Ansorena

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La segunda tanda de diez candidatos demócratas a la presidencia de EE.UU. se citó en el debate de este jueves por la noche en Miami, en el mismo escenario en el que la víspera había acogido a otros diez candidatos. El segundo episodio era el más relevante, con el mayor número de candidatos de peso, liderados por el gran favorito, Joe Biden , y su previsible principal contrincante en las primarias, Bernie Sanders.

Esa jerarquía, que parecía difícil de evitar hasta que se encendieron los focos, se llevó una sacudida fenomenal en el debate. La noche fue la de la irrupción de Kamala Harris , recién estrenada como senadora de California, y el frenazo de Biden, al que atacaron por todos lados y no dio la talla. Harris brilló y Biden se apagó.

El que fuera vicepresidente con Barack Obama llegó al debate como líder solvente en las encuestas, pero se marchó como un candidato vulnerable. No fue capaz de dar la impresión de que él está por encima de la refriega de primarias, que su principal enemigo es Donald Trump. A pesar de que lo intentó de forma descarada: «Donald Trump» fueron las dos primeras palabras de su primera intervención, en la que mencionó al presidente de EE.UU. en tres ocasiones. Fue un contraste inmediato con el debate del día anterior, donde los candidatos apenas sacaron a relucir a Trump.

La táctica no acabó de funcionar para Biden, al que le atacaron por varios costados. Michael Bennet, senador por Colorado, le recriminó los planes fiscales que negoció con los republicanos en la Administración Obama. Sanders le pasó factura por su apoyo a la guerra de Irak. Hasta Eric Swalwell , un diputado por California sin ninguna posibilidad de ganar la nominación demócrata, le perdió el respeto y dijo que era hora de «pasar el testigo», en referencia la edad de Biden, 76 años. Lo malo fue la crítica tenía cierta razón: Biden parecía falto de energía (algo que le encanta repetir a Trump), su discurso se trababa, equivocaba fechas, se perdía en circunloquios en sus respuestas… De hecho, fue Sanders, más mayor que él -77 años- quien respondió al joven californiano para defender que la edad no importa: «Lo que hacen falta son agallas para enfrentarse a Wall Street», le espetó el candidato socialista.

El gran ataque de la noche, sin embargo, lo recibió de Harris. Para entonces, la ex fiscal general de California llevaba una buena noche, con duros ataques a Trump sobre el escaso impacto de la creciente economía en la clase media y baja o sobre sus políticas migratorias -« no reflejan los valores de EE.UU. ». Se le notaba fresca, cómoda en el estrado y con rapidez de reflejos en algunos momentos: «Los estadounidenses no quieren una pelea en la mesa, quieren tener comida en la mesa», dijo en un momento que los candidatos se atacaban por cómo combatir la desigualdad.

El momento clave, el que durante los próximos días repetirán los noticieros y las redes sociales, fue cuando apareció en el debate el racismo y aprovechó para lanzar una puya directa a Biden, por un comentario reciente sobre la «civilidad» en el Senado en los 70, donde él fue capaz de colaborar con senadores segregacionistas. « Fue doloroso », le dijo. También le echó en cara que se opusiera a los programas de integración de minorías raciales en colegios blancos, a donde se les enviaba con autobuses desde sus barrios. Harris contó la historia de una niña en California que pertenecía a la segunda clase que era enviada en autobús cada mañana a otro centro para conseguir la integración en las escuelas. «Esa pequeña niña era yo», le dijo a Biden, mirándole a la cara.

El ex vicepresidente trató de sacudirse el golpe recordando a toda su carrera de lucha por los derechos civiles, pero no resultó tan convincente como Harris, que le interrumpió para preguntarle si se oponía o no a esos autobuses , para lo que Biden se quedó sin respuesta.

Quien se quedó en tierra de nadie fue Pete Buttigieg , un joven candidato -sería el presidente de menor edad de la historia si conquista la Casa Blanca- que había despertado mucho interés pero que no tuvo chispa en sus intervenciones ni logró momentos para recordar.

Más allá de los ataques, el debate dejó claro que hay divisiones fundamentales entre los candidatos, entre el centrismo que lidera Biden y el aluvión de candidatos cercanos a las posiciones socialistas -sistema público de salud, universidad gratuita, subidas de impuestos a los más ricos- que abanderaba Sanders en 2016 y que ahora mantiene. Entonces, su populismo de izquierdas se convirtió en un fenómeno en las primarias contra Hillary Clinton. Ahora tendrá que repartir el mensaje izquierdista con otros candidatos que, además, pueden tener mucho tirón entre el electorado. Lo demostró este jueves Kamala Harris: mujer, negra, con etiqueta de fiscal implacable y, desde ahora una candidata a tener en cuenta.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación