Cien días con Biden

Es una buena noticia también para los europeos continentales, que a pesar de la impericia de sus dirigentes recibirán vacunas de forma masiva durante el verano. En el plano económico, la Casa Blanca ha conseguido aprobar un importante paquete de estímulos y su plan de inversión en infraestructuras y energías limpias pronto será una realidad. El presidente ha preferido ser transformador a unificador, una vez ha comprobado que el partido republicano sigue en manos del bando trumpista, que castiga sin piedad a los pocos moderados dispuestos a negociar. Biden no ha acertado, sin embargo, con la política migratoria. Ante el racismo persistente, solo ha podido celebrar la sentencia del caso Floyd y hacer una política de gestos y nombramientos en el gobierno federal para subrayar la diversidad de la sociedad. En política exterior, Estados Unidos ha desandado camino y está de vuelta, como hemos visto estos días en su compromiso por acelerar la lucha global contra el cambio climático. Finalmente, Biden ha serenado la democracia, al desplegar un estilo de poder cercano y una capacidad de escuchar y empatizar, algo que le separa de líderes intimidatorios como Trump o arrogantes como Obama.