La Ítaca que llevamos dentro

En el clásico poema de Konstantinos Kavafis se demuestra que en el viaje de nuestra vida lo fundamental es el viaje. No importan el destino ni el plan, sólo el deseo de conocer qué se esconde más allá del horizonte. Ítaca representa el placer de averiguar lo desconocido, de buscar lo perdido, de encontrar lo olvidado. La Ruta Quetzal BBVA está también impregnada de ese espíritu. El de sumar kilómetros a las desgastadas botas. El de conocer culturas y buscar siempre la aventura. "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar", como decía Machado. Es la constancia emprendedora lo que lleva a descubrir nuevos parajes, nuevos mundos. Destinos que se entremezclan con el azar para acabar viviendo una experiencia única. Para la Ruta Quetzal, ése es su gran objetivo, y un año más se ha alcanzado.

En el ocaso de la expedición de 2009, los casi 300 "ruteros" disfrutaron el miércoles de un encuentro muy esperado. La presidenta chilena, Michelle Bachelet, se citó con los jóvenes en el Palacio de la Moneda para despedirles antes del inminente regreso a sus respectivos hogares de origen. Bachelet les recordó en su discurso que "la experiencia humana se enriquece a partir de convivir con las diferencias. Ojalá todos pudiéramos hacer el recorrido que ustedes han hecho, no sólo el geográfico, sino también el humano. Los viajes más grandes son los que nos descubren a nosotros mismos."

A continuación, citó uno de los poemas del poeta chileno Pablo Neruda, "La carta en el camino", para recordarles que a pesar de las distancias, la verdadera amistad prevalece y que nosotros somos lo que hemos encontrado y vivido en ese camino. "La gente que hemos conocido y los lugares en los que hemos estado forman parte de nuestro ser. Y eso demuestra que nadie ni nada está lejos", les dijo.

Los jóvenes se mostraron entusiasmados ante la recepción de la Presidenta, a la que acosaron para intentar obtener una instantánea junto a ella. Anteriormente, Bachelet recibió una placa conmemorativa del paso de la Ruta Quetzal por su país, que le fue entregada por Miguel De la Quadra-Salcedo, fundador de la misma, y una joven rutera de la etnia mapuche. Fue el broche de oro a esta vigesimocuarta edición de la ruta.

Atrás quedan ya miles de recuerdos que los expedicionarios transportarán en sus maletas y corazones. La despedida amarga de una aventura que sólo pone un punto y aparte. La Ruta Quetzal se detiene, pero sólo de forma temporal. México espera el próximo año. Será la reanudación de la aventura, puesto que el camino que recorramos será lo que nos hará grandes. Seguiremos caminando hacia Ítaca.