Irán pone a punto una planta nuclear blindada dentro de una montaña
La Guardia Revolucionaria llevará a cabo nuevas maniobras para el cierre de Ormuz
MIKEL AYESTARAN
Dos años después de su sorpresiva aparición en escena, la central de Fordó es una realidad. Uno de los secretos mejor guardados del programa nuclear iraní está listo para entrar en funcionamiento y compartir la tarea de enriquecimiento de uranio que hasta el ... momento solo se llevaba a cabo en Natanz. Fordó es una planta construida en las montañas de Qom, ciudad situada 100 kilómetros al sur de la capital, protegida de posibles ataques gracias a su construcción subterránea y a su situación en la que se vale de «la defensa natural que proporcionan las montañas», explicaron fuentes del Organismo Iraní de la Energía Atómica (OIEA) al diario Keyhan. Esta idea sobre la seguridad del complejo fue la más subrayada por el diario fundamentalista que elevó a 3.000 el número de centrifugadoras «de última generación» en las que se ha empezado a inyectar uranio (en Natanz hay otras 8.000) e invitó a «aquellos que quieren frenar nuestros progresos» a «olvidar cualquier tipo de acción militar».
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Pese al habitual secretismo que rodea a esta cuestión en el país asiático, Keyhan publicó la noticia en primera página como adelanto de la inauguración oficial que se realizará próximamente. Una muestra de que «no se hacen las cosas a escondidas», según el diario. Fordó marcó un punto de inflexión en la crisis nuclear, ya que su existencia fue hecha pública ante los medios por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, durante la celebración de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York en 2009.
Desconfianza
Los iraníes se escudaron entonces en que la instalación no tenía nada de secreto porque el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no obliga a informar sobre la construcción de una nueva planta hasta seis meses antes de su puesta en marcha, un formalismo que no sirvió para disminuir el clima general de desconfianza. La entrada en escena de estas 3.000 nuevas centrifugadoras supone un paso más en el pulso a Occidente que se produce en medio de los efectos cada vez mayores que las sanciones internacionales están provocando en la economía local. La reciente firma por parte de Barack Obama del embargo al Banco Central de Irán fue el inicio del desplome del rial y la amenaza de cierre del estrecho de Ormuz hizo el resto hasta llegar «a una situación que no vivíamos desde los años de la guerra con Irak», según profesionales del sector financiero consultados en Teherán que auguran «un empeoramiento progresivo según vayan llegando nuevos castigos».
Los dirigentes islámicos se muestran ajenos al impacto de las sanciones, mantienen su compromiso con el programa atómico a cualquier precio y por ello la baza de cierre de Ormuz —por donde discurre más de un tercio del crudo mundial a bordo de petroleros — sigue sobre la mesa como arma de defensa ante una posible nueva ronda de medidas de castigo. Esmail Kowsari, responsable del Comité de Seguridad Nacional del Parlamento, anunció que a inicios de febrero la Guardia Revolucionaria —el cuerpo paramilitar que realmente goza de poderío militar por encima de las fuerzas regulares— llevará a cabo unas maniobras en el Golfo Pérsico diseñadas «para tener listo el potencial cierre del estrecho».
Negociaciones
Irán insiste en el carácter civil de sus actividades atómicas y el responsable del organismo nuclear iraní, Fereydun Abasi, señaló que gracias a la nueva instalación de Fordó los científicos podrán obtener el combustible necesario para alimentar el reactor médico de Teherán y asegurar así los tratamientos de radioisótopos que precisan los 800.000 pacientes de cáncer del país. Los diplomáticos de la república islámica hablan de la vuelta a la mesa de negociaciones y proponen reanudar cuanto antes el diálogo con los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en Turquía, pero en la práctica combinan el llamamiento al diálogo con exhibiciones de poderío militar y progresos nucleares, una estrategia que ha llevado la crisis a un callejón sin salida y que puede tener en el embargo al petróleo iraní su próximo capítulo.
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