Los interrogantes de la operación contra el asesino de Toulouse

El grupo islamnista Jund al Jilafah (Soldados del Califato), desconocido hasta el pasado noviembre, cuando cometió dos atentados en Kazajistán, ha reivindicado el asesinato del rabino y los tres niños . Son cuatro de los siete asesinatos que cometió Merah, quien se presentó como un muyahidín vinculado a al Qaida .

El joven de 23 años alegó que, con la matanza de la escuela judía y los asesinatos de tres militares, vengaba la situación de los palestinos, el despliegue de las tropas francesas en Afganistán y la prohibición del uso del velo integral en Francia. Así lo anunció el ministro de Interior, Claude Guéant : «Repite su compromiso con Al Qaida y con medios yihadistas».

A la espera de que las autoridades franceses confirmen los vínculos yihadistas de Merah, Fernando Reinares , investigador principal de terrorismo internacional del Real Instituto Elcano, cree que estamos ante «actos individuales de terrorismo perpetrados por una misma persona pero no ante un caso de lobo solitario». Los atentados pueden entenderse «en el seno de círculos yihadistas establecidos dentro de las comunidades musulmanas, a menudo mimetizados en congregaciones salafistas».

El candidato socialista a las presidenciales francesas, François Hollande , indicó que «hay cuestiones que necesariamente deberán plantearse». «Un ministro del Gobierno ha citado en un momento determinado un fallo. Veremos de qué se trata», añadió. Es uan referencia implícita al titular de Exteriores, Alain Juppé , que dijo entender «entender que alguien se pueda preguntar si hubo o no un error».

Otros líderes políticos han apuntado también hacia la hipótesis de la negligencia. La ultraderechista Marine Le Pen pidió examinar «si los servicios de información tomaron todas las preocupaciones» El centrista François Bayrou instó a «corregir» los posibles errores.

Se ha sabido que Merah estaba en la lista negra de presuntos terroristas del FBI. También en la base de datos de Francia, que le hubiera impedido viajar en avión. Sí que viajó en 2010 a Afganistán y en 2011 a Pakistán , donde se radicalizó. Por eso fue interrogado por agentes de la Dirección Central de Información Internacional (DCRI) sin que levantara mayores sospechas.

El primer ministro francés, François Fillon , aseguró este viernes que no había «ninguna evidencia para detener a Mohamed Merah». «No hay ninguna ley en este país que permita vigilar constantemente a alguien que no ha cometido un delito sin una orden judicial. Vivimos en un estado de derecho», ha aclarado.

El presidente Nicolas Sarkozy fijó como prioridad capturar con vida al asesino de Toulouse. Pero como informó su ministro de Interior, Merah quería morir «con las armas en la mano». Y así ocurrió. El joven, atrincherado durante casi 32 horas en un piso, atacó con «violencia inusitada» a los policías y murió de un disparo en la cabeza.

Durante el miércoles parecía que Merah se iba a rendir –la anunció para la tarde– y no lo hizo. Para las 22.45 de la noche se perdió el contacto con él y la actitud pacífica que había demostrado cambió frontalmente. El primer intento de asalto, en la madrugada del miércoles, fue abortado por la violenta respuesta de Merah. Eso motivó el asalto en la mañana del jueves . El experto Christophe Caupenne, consultado por «Le Figaro» , cree que sí fue una operación exitosa: «Merah quería morir. Estos individuos hacen todo lo posible para matar».

«Todas las personas que visiten regularmente páginas web terroristas serán perseguidas y castigadas», anunció Nicolas Sarkozy en rueda de prensa una hora después de que Merah fuera abatido, dentro de las medidas contra el extremismo que el Gobierno quiere implementar «sin demora», en palabras de Fillon.

¿Es legal? Según «Le Monde» , sería una medida inconstitucional, pues el Tribunal Europeo de Derechos Humanos considera que cualquier medida que restrinja la libertad de expresión debe estar específicamente delimitada. Mientras que el bloqueo a páginas pornográficas está permitido, no ocurre lo mismo con las de descartas ilegales.

Hay quien incluso teme que esta sea un pretexto para aplicar técnicas de filtrado muy intrusivas. «La única forma de capturar con éxito a estos extremistas es controlando la actividad de todos los franceses. Supone una disminución de nuestras libertades», cita «Le Monde».