El infierno de salir de Afganistán
Un total de 50.000 afganos llegarán a Estados Unidos. Algunos de los que han logrado huir relatan a ABC su calvario para llegar a Washington
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónBadih K., de 28 años, ha llegado en un larguísimo vuelo, casi 14 horas, desde la base Isa, en Bahrein, al aeropuerto internacional Dulles de Washington. Ha aterrizado al filo de la madrugada, acompañado por una hermana y dos primos, cargados con un equipaje diminuto ... para comenzar una nueva vida . Pasar por inmigración le ha tomado casi cuatro horas. En total, serán 50.000 los afganos que ahora entrarán a bases militares estadounidenses, según dijo el Pentágono el viernes.
Estos nuevos refugiados salen del aeropuerto, y se detienen. Ven una gigantesca bandera de barras y estrellas, un aparcamiento y el autobús que les va a llevar a un centro de congresos cercano donde van a esperar el próximo destino en un duro periplo desde Afganistán que les ha tomado cinco días.
En la sien derecha, Badih tiene un moratón. «Los talibanes», dice, al ser preguntado. Cuenta que le dieron con la culata de un rifle cuando intentaba entrar en el aeropuerto de Kabul . Cayó al suelo. Y en aquel momento pensó que no lo lograría, se veía abocado a vivir de nuevo bajo el yugo talibán, como cuando era un niño, y escuchaba las historias de terror, de mujeres quemadas vivas por cocinar mal, o manos amputadas por robar un caramelo. Mira a su hermana, que tiene 16 años, que nunca vivió bajo aquella asfixia del burka, y los ojos se le humedecen.
«No hemos dormido en cinco días», dice Badih tras haber pasado por inmigración. La razón inicial fue el nerviosismo por pasar por los controles de los Talibán y la amenaza muy real de una bomba a las puertas del aeropuerto . Después, ya en la escala en la base de Bahrein, Badih no podía dormir porque no sabía qué le esperaba aquí en Washington. Había oido todo tipo de rumores: que no le dejarían pasar, que le repatriarían, que le encerrarían como a los que cruzan la frontera desde México.
Cuenta Badih en un inglés excelente, aprendido como empleado para una ONG americana que a su vez trabajaba para la Embajada de EE.UU. en Kabul, que los talibanes han dominado a la perfección el arte de la desinformación, difundiendo todo tipo de rumores y mentiras en redes sociales para disuadir a estos jóvenes de huir de su país.
Atrapado en Kabul
Jóvenes como Walid, de 18 años, han tratado de calmar los ánimos en sus vuelos, explicando cómo es la vida aquí en EE.UU. Walid lo sabe porque de hecho es ciudadano americano. Nació en Kabul, pero emigró con sus padres a Virginia cuando apenas tenía nueve años. En junio viajó a Afganistán a visitar a familiares, pensando que sería más seguro hacerlo antes de que EE.UU. se retirara, algo que en principio iba a suceder el 11 de septiembre.
Finalmente, la toma de poder por los Talibán el 14 de agosto lo precipitó todo. El 21, obligado por sus padres, que estaban desesperados en Virginia, Walid se plantó con una mochila en el aeropuerto, pero tardó dos días en entrar. Recuerda que el calor, bajo el sol, era insoportable. La multitud pasaba horas agolpada, impidiendo la entrada. El teléfono se le murió . Dejó de poder contactar a sus padres, que temieron lo peor. Cuando la embajada de EE.UU. alertó de que había riesgo de atentado en el aeropuerto, Walid ya estaba dentro. Tardaría otros dos días en encontrar plaza en un vuelo a Doha, y de allí, aquí a Washington. Horas después de su salida, un suicida provocó una masacre en la misma puerta por la que había entrado al aeropuerto, matando a casi 200 personas.
«Pensé que no llegaría», dice Walid, mientras abraza a su padre, que ha venido con el resto de la familia a recibirle. «Ha sido una pesadilla», dice entre llantos el padre, que fue intérprete para el ejército estadounidense y consiguió un visado por ello (Pide que no se le identifique y que se oculte su apellido, para que su familia no pague represalias en Kabul). «Pero todavía quedan muchos allí que no van a salir», añade, con pena.
Efectivamente, la Casa Blanca va a dejar a más de 200.000 afganos que colaboraron con las fuerzas armadas o la diplomacia de EE.UU. en Afganistán. Las organizaciones humanitarias estiman que hay más de 300.000 afganos en peligro por haber desempeñado ese trabajo en los 20 años de misión bélica. Según la Casa Blanca, antes del 31 de agosto habrá evacuado solo a unos 100.000 de ellos. Si el resto logra el visado de refugiados, deberá tratar de escapar por su cuenta.
De esos evacuados, unos 14.000 refugiados y ciudadanos norteamericanos de procedencia afgana han llegado a este aeropuerto en Virginia desde la llegada de los talibanes al poder, según dijo el viernes el gobernador, el demócrata Ralph Northam. El gobernador dijo también que está trabajando en un plan para vacunar a todos estos refugiados. Según la Casa Blanca, este aeropuerto de Dulles es la principal vía de entrada en EE.UU. de estos desplazados, que proceden, según datos del propio gobernador, de terceros países donde han hecho escala, entre ellos España, Bulgaria, Alemania, Kuwait, Catar y Bahrein. La grab afluencia de refugiados provoca las largas demoras en los controles migratorios.
Visados en regla
A estos refugiados se les traslada a un centro de congresos cercano al aeropuerto, donde se les hace una prueba de coronavirus y donde reciben alimentos y tratamiento médico hasta que se les asigne otro destino en bases militares en la zona de la capital, en Texas, Wisconsin o Nuevo México.
Este tránsito es importante, y justifica en parte el temor que expresaba Badih a no ser admitido: la mayoría de estos refugiados aun no tienen sus visados en regla . Deben pasar por los últimos trámites del servicio migratorio, que se halla colapsado por las políticas de Donald Trump para dificultar el asilo y por los estragos de la pandemia.
La entrada a EE.UU. de miles de afganos que todavía no tienen sus visados en regla ha provocado no pocas críticas a Joe Biden y su equipo, sobre todo en el Partido Republicano. El candidato al senado J.D. Vance (autor de exitoso libro «Hillbilly, una elegía rural», alguien que ha tomado el testigo del trumpismo en cuanto a política migratoria se refiere) ha pedido que se examine al detalle esas solicitudes, para no acabar «con una panda de ellos haciéndose estallar en un centro comercial porque alguien miró a su mujer por la calle».
Lo cierto es que casos como los de Badih ya han sido aprobados preliminarmente. Sólo vienen a EE.UU. quienes entran dentro de un programa de visados especiales a afganos que trabajaron para EE.UU. Ya se han concedido 34.500 permisos de residencia por esos motivos, y otros 20.000 están en trámite. Los otros peticionarios de asilo que aun no tienen luz verde deben esperar una resolución en bases militares en terceros países, como Catar, Bahrein, Alemania, Italia o España.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete