Hollande y Merkel intentan acercar posturas en Reims, símbolo de la reconciliación franco-alemana
El encuentro solemne está precedido por la profanación de 40 tumbas de soldados alemanes de la Primera Guerra Mundial
Juan Pedro Quiñonero
Angela Merkel y François Hollande celebran en la catedral de Reims el 50 aniversario del Tratado del Elíseo , que dio inicio a las nuevas relaciones franco-alemanas. Lo hacen en un momento crítico para el euro, cuando las divergencias de fondo entre París ... y Berlín son una amenaza para toda Europa.
El encuentro solemne, que tendrá lugar en una de las grandes catedrales de nuestra civilización, ha estado precedido por un acto de barbarie odiosa: la profanación de 40 tumbas de soldados alemanes de la Primera Guerra Mundial , en el cementerio de Saint-Etienne-à-Arnes (Ardennes).
La canciller de Alemania y el presidente de Francia recuerdan en Reims la histórica reconciliación franco-alemana, piedra fundacional de la construcción política de Europa. En esa misma catedral se reunieron para escuchar una misa cantada, el 8 de julio de 1962, el general De Gaulle y el canciller Konrad Adenauer . Aquella ceremonia religiosa iniciaba una épica aventura política para todo el continente.
Cincuenta años más tarde, el arzobispo de Reims, monseñor Thierry Jordan , recibe a Merkel y Hollande en la misma catedral, donde se desvelará una placa conmemorativa de un acontecimiento capital en la historia simbólica de Europa: la reconciliación de dos pueblos enfrentados durante varios siglos por cruentas guerras de alcance europeo.
Berlín y París se encuentran hoy en una nueva encrucijada
Berlín y París se encuentran hoy en una nueva encrucijada, enfrentadas en todos las cuestiones esenciales para el futuro del euro y de Europa. La canciller y el presidente intentan encontrar nuevos caminos de entendimiento y aspiran a evitar una «ruptura» a todas luces impensable.
La opinión pública alemana, no obstante, no lo facilita. Más del 50% de los alemanes piensan que pagan demasiados impuestos para sanear las economías de unos vecinos que llevan años asegurando su bienestar con deuda pública y ahora aspiran a «mutualizarla».
En Francia, Hollande fue elegido presidente de la República prometiendo «menos austeridad y más crecimiento». Se trata de dos posiciones cívicas, gubernamentales, incluso filosóficas, diametralmente opuestas. Quizá nunca, desde la firma del Tratado del Elíseo, hace cincuenta años, las opiniones públicas alemanas y francesas tenían puntos de vista tan críticos y distantes sobre la construcción política de Europ a .
Para los alemanes, es necesario sanear las economías y poder crear así riqueza. Para los franceses, es posible conseguirlo recurriendo siempre al gasto público.
En Reims, la canciller y el presidente vuelven a la fuente bautismal de la construcción política de Europa, en una legendaria catedral gótica. Los gobiernos alemán y francés siguen buscando sin encontrar definitivamente una «tercera vía» que permita salvar el euro y la empantanada construcción política de Europa.
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