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Haití, el país del vudú, los zombis y las revueltas de esclavos

El periodista Vicente Romero (Madrid, 1947) desvela en su nuevo libro, «Tierra de zombis. Vudú y miseria en Haití» (Foca, 2019), los secretos de un lugar con una historia emocionante y una religión misteriosa, aunque víctima de la pobreza y los desastres naturales

Un hombre participa en un festival de vudú en Haití, a algunos kilómetros de Puerto Príncipe EFE
Silvia Nieto

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En uno de los muelles de Burdeos, con el rostro alzado, la mano sobre el pecho y su mirada suspendida sobre las aguas del río Garona, la estatua de Modeste Testas asalta a los paseantes, sorprendidos por una efigie que rescata una memoria donde ... no hay épica, sino dolor. Testas, que vivió entre 1765 y 1870 y murió a la edad heroica de 105 años, nació en África Oriental, donde fue capturada para ser vendida como esclava, transacción que se llevó a cabo en la costa occidental del continente. Comprada por los hermanos bordeleses Pierre y François Testas, que le dieron su apellido, la joven fue trasladada a la colonia de Santo Domingo, hoy Haití, que permaneció bajo dominio francés hasta 1804. Allí, la mujer, obligada a ser la concubina de François, vivió junto a los negocios de sus dueños, dedicados al cultivo de azúcar, una labor donde la mano de obra era obtenida de la trata negrera. Condenada a una vida de servidumbre, la fuerza de la Historia cambió su destino. En 1789, el estallido revolucionario en París, el Juramento del Juego de Pelota para dotar de una Constitución a Francia y la redacción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano , viajaron a través del océano como una corriente eléctrica que animaba al levantamiento contra la injusticia. Santo Domingo no pudo esquivar esa sacudida. Lo que allí ocurrió, como recuerda el periodista Vicente Romero (Madrid, 1947) en su nuevo libro, « Tierra de zombis. Vudú y miseria en Haití » (Foca, 2019), fue excepcional: los esclavos se alzaron para obtener la libertad. «Quienes se habían sublevado en 1791 contra el yugo imperial -como se lee en ese trabajo- habían sido los esclavos de las grandes plantaciones, no los hijos de los administradores, militares y negociantes europeos que proclamarían las independencias nacionales de otros países, manteniendo su dominio y sus privilegios de clase sobre los indígenas».

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