Habla Popeye, el sicario estrella de Pablo Escobar, y su crudeza estremece

Dice, por ejemplo, que matar no era un problema moral. “Mi arte era saber matar....”, afirma con orgullo. Sólo una vez le dolió. Cuando El Patrón, como llamaban a Escobar, lo envió a matar a su propia mujer. “Yo la quería con toda mi alma”, le dijo a los periodistas refiriéndose a Wendy Chavarriaga Gil, “una modelo espectacular. Sabía hablar, sabía sentarse, sabía comer. Tenía "glamour".”. “ Ella -recuerda- quedó embarazada de Escobar por la plata, pero el Patrón no quiso saber nada de eso y le mandó a dos pelaos y a un médico para que le sacaran al muchachito”. Para vengarse, Wendy se convirtió en informante. Por eso Escobar la mató.

Popeye fue entrevistado en una cárcel de máxima seguridad en el centro de Colombia. Habló sin reservas. Antes de ser el jefe de una de las peores bandas sicariales que tuvo Colombia fue policía. “Un día un ingeniero amigo me dijo que lo acompañara a una finca. Fuimos a la hacienda Nápoles y vi armas, mujeres bellas y animales exóticos y pensé: "esto es lo mío". Vi a ese señor (Pablo Escobar) y sinceramente vi a Dios”.

El concepto de familia en los sicarios sorprende. “Jamás asesinamos a alguien que estuviera con un niño”, afirma y agrega que el narcotraficante y el asesino son muy buenos padres de familia porque como viven rodeados de tanto odio, cuando llegan a la casa tienen mucho respeto. “Mire a Pablo, adoraba a Manuela. Hizo construir el zoológico para ella, una vez quería un unicornio y consiguió una yegua y le mandó pegar un cacho en la frente”. Don Juan remató el perfil con la pregunta obligada. ¿Cómo puede dormir tranquilo? “Porque tengo el alma muerta”, y se retiró sonriendo.