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HORIZONTE

La guerra incivil

La clave del Brexit fue descubrir dónde estaba una tercera parte del electorado que se declaraba indeciso

Ramón Pérez-Maura

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Muchos se preguntan estos días cómo ha podido el Reino Unido llegar al caos en el que se ha metido con el Brexit. Es una pregunta difícil de responder. Pero el pasado 7 de enero la cadena británica «Channel 4» estrenó una película -que en España puede verse en la cadena HBO- que ayuda a entender cómo hemos llegado aquí. Se titula «Brexit: la guerra incivil». Y explica cómo se gestó la campaña del «Leave», cuyo cerebro, Dominic Cummings, era un gran desconocido para la opinión pública británica e internacional.

Cummings era un estratega político que basó su campaña en organizarse al margen de los partidos. Tuvo que rechazar los intentos de varios políticos de tomar el control de la campaña del «Leave», desde el jefe del UKIP, Nigel Farage, y su millonario patrocinador, Arron Banks, hasta el presidente de la campaña del «Leave», John Mills, empresario afín al laborismo que intenta echar a Cummings para fusionar su campaña con la de Farage y acaba siendo destituido él por Cummings.

La clave de la campaña del Brexit fue descubrir dónde estaba una tercera parte del electorado que se declaraba indeciso. Y mientras la campaña del «Remain» identificaba con grupos seleccionados como muestras transversales del electorado que los temas centrales de la campaña debían ser el empleo y la economía, Cummings se patea los pubs y las tertulias en lugares concurridos y llega a la conclusión de que lo que preocupa a la gente es tener el control de la política frente a Bruselas. En un momento dado refina el mensaje y lo convierte en una frase letal, «Take back control» («recupera el control»). ¿Era ese el problema del Reino Unido? Ciertamente no. Pero la campaña del «Leave» consiguió convertirlo en el problema hasta el punto de generar la impresión de que eran ellos los que querían recuperar el statu quo anterior y los partidarios del «Remain» los que querían romperlo. El mundo al revés.

A partir de ahí Cummings contrató a una empresa de análisis de datos que elaboró un censo de potenciales votantes no registrados, pero que si votaran, lo harían por la opción «Leave». La película retrata perfectamente la progresión positiva de la campaña por el «Leave» y cómo la campaña por el «Remain» se va dando cuenta de su descalabro.

Sólo al final de la campaña se unen al «Leave» Boris Johnson y Michael Gove, los dos políticos a los que se identifica con la victoria de Brexit. La película muestra las reticencias de ambos ante algunos de los lemas de su campaña que son simplemente mentira, como el de que la salida de la UE dejaría 350 millones de libras semanales disponibles para el sistema de salud británico o que la permanencia en la UE implicaba la posibilidad de que 70 millones de turcos emigraran al Reino Unido (para lo que sería necesario que Turquía ingresase en la UE -improbable- y que casi el 90 por ciento de los turcos quisiera emigrar al Reino Unido -inverosímil).

Esta película muestra cómo se está empezando a hacer política de otra manera. Y cómo puede atraerse el voto de quienes nunca se han molestado en cortejar los partidos tradicionales. Cuando ocurre eso, se genera un terremoto. Y el coste de los seísmos es siempre altísimo.

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