Grass: quien guarda, halla

ÁLVARO MARTÍNEZ

Justo cuando Irán está a punto de conseguir la bomba atómica , Günter Grass se ha dado cuenta de que es un peligro que Israel tenga armas nucleares y reverdece su proverbial antisionismo. Lo ha dejado escrito en un poemita, de calidad literaria menor, ... pero con alto calibre ideológico (especialidad de la casa) titulado «Lo que hay que decir».

En esos versos mejorables echa la culpa a los israelitas de un posible incendio irreparable en la atormentada región en la que habitan. «La potencia nuclear de Israel pone en peligro la paz

El escritor ejemplifica la hemiplejia crítica de la izquierda

mundial», dice el autor de «Pelando la cebolla» , obra en la que lloró tardiamente la militancia nazi que ocultó durante tantas décadas para que no ensuciara su peana como santón de la izquierda intelectual europea. «Yo no me callo, porque estoy harto de la hipocresía de Occidente», dice ahora, después de que tardara más de cincuenta años en recordar que había formado parte, como voluntario, de una legión hitleriana de elite. Quien guarda, halla.

Grass tiene perfecto derecho a criticar, en prosa o en verso, lo que le venga en gana, ya sea un país, un pueblo, una nación, una asociación de vecinos o un equipo de fútbol. Pero con su currículum personal de afinidades tiene difícil hacerlo con la bandera de la lucha contra la hipocresía. En realidad, su último alegado anti-israelí forma parte de la hemiplejia crítica de la izquierda , que no pierde ocasión de demostrar el sesgo doctrinario que le hace criticar o ponerse a silbar mirando hacia otro lado dependiendo de quien se trate.

Qué bonito poema le saldría al tamborilero de hojalata con esos demócratas de toda la vida como Ahmadineyad o Al Assad de protagonistas. Pero me temo que no va a haber suerte.

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