De Gaza, al terror de mañana

El conflicto de Oriente Próximo es para la población musulmana la sublimación de todas sus cotidianas humillaciones. Sus corruptos gobiernos conocen muy bien las ventajas de encauzar las frustraciones de su población hacia la causa palestina antes que hacia otras fuentes de injusticia más cercanas. Pero ese poder movilizador del conflicto también lo conocen Bin Laden y sus herederos, que saben que bombardeos como el de Gaza son una conveniente siembra para la cosecha de yihadistas del futuro que creen redimir toda la frustración de su mundo haciéndose estallar con un cinturón de explosivos.

Este no es un discurso moralista. Es una llamada de atención sobre nuestra seguridad, la nuestra, la de nuestras familias. Israel está en su derecho a defenderse y a garantizar la supervivencia de su Estado. Pero el conflicto de Oriente Próximo no atañe sólo a la seguridad de Israel. Y sería prudente que en un conflicto tan peligroso tengamos en cuenta también nuestra seguridad, nuestros intereses, y que no lo fiemos todo a la estrategia política israelí, ni a identificar al bueno y al villano por criterios ideológicos como se ha hecho hasta ahora. Igual el ataque preventivo contra Gaza buscaba la pacificación de Hamás. O igual era todo un cálculo electoral. El resultado es que se han preparado al menos un par de años más de siembra terrorista y de guerra sin solución.