Fuerte crecimiento en Francia de la hostilidad hacia mezquitas y minaretes

El gran debate sobre la identidad nacional, lanzado por deseo del presidente Nicolas Sarkozy, está cobrando un tono mucho más vivo tras el voto suizo de rechazo a los minaretes en las mezquitas. Y las autoridades políticas y religiosas -que aspiraban a un cierto ecumenismo dialogante entre católicos, judíos, musulmanes y laicos de distinta sensibilidad- deben ahora contar con una nueva realidad emergente: crece de manera significativa el número de franceses hostiles a minaretes y mezquitas; una «tendencia» que introduce un nuevo factor social inflamable, cuando se prolonga en muchos frentes el gran debate sobre la identidad nacional.
Según un sondeo publicado ayer por el diario «Le Figaro», un 41 por ciento de los franceses son hoy hostiles a minaretes y mezquitas, mientras que solo un 19 por ciento se declara favorable, un 36 por ciento no se pronuncia y un 4 por ciento son indiferentes.
En los últimos veinte años, la hostilidad contra mezquitas y minaretes no ha dejado de crecer. La hostilidad actual es ligeramente superior a la que ya existía en 1989 (38 por ciento) y muy superior al rechazo de 1994 y 2001, cuando los franceses opuestos eran el 31 y el 22 por ciento.
Al mismo tiempo, ha disminuido de manera importante el número de franceses favorables a minaretes y mezquitas, que en 1989 eran el 33 por ciento; en 1994 eran el 30 por ciento y en 2001 eran el 31 por ciento. Para caer al 19 por ciento de franceses favorables hoy.
El islam es hoy la segunda religión de Francia, con unos seis millones de musulmanes, fragmentados en muchas sensibilidades. Entre el millar largo de lugares de culto musulmán que hay en Francia, solo hay diez minaretes. El más alto de los cuales es el de la Gran Mezquita de París -inaugurada en el año 1926-, que se encuentra a un kilómetro corto de la catedral de Nôtre-Dame.
No acude a un debate
El periódico «Le Monde», por otra parte, anunció que el presidente Sarkozy declinó su participación hoy en un debate sobre la identidad nacional y sugirió que la decisión se debía a su preocupación en el modo en que esta cuestión está siendo percibida.
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