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Francisco de Andrés

Boris se queda sin chistes

El «premier» deja los clichés ingeniosos por la negociación comercial, y no le salen las cuentas

Boris Johnson esta semana en los Comunes AFP

Conocí a Alexander Boris Johnson («Llámame Boris por favor») en 1991 en la sala de prensa de la Comisión Europea, cuando él estaba aún aterrizando en Bruselas como corresponsal del «Daily Telegraph», y la opinión pública británica solo sabía que en el Ejecutivo comunitario mandaba ... un pequeño Napoléon llamado Jacques Delors. Y poco más. Johnson había caído en Bruselas en busca de una salida desesperada, después de un breve y accidentado paso por «The Times», de donde dicen que fue despedido por tergiversar una noticia. La capital de la Unión Europea traía malos recuerdos al joven licenciado en Oxford; allí había vivido durante unos años con su padre, Stanley –uno de los primeros eurodiputados británicos– que no se contaban entre los más felices.

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