Hazte premium Hazte premium

Fernández despeja el camino de la impunidad para la viuda de Kirchner

El presidente de Argentina nombra a Martín Soria ministro de Justicia y Derechos Humanos

Martín Soria mientras jura como nuevo ministro de Justicia ante el presidente de Argentina, Alberto Fernández EFE

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Tres semanas, eternas, tuvieron que pasar para que Argentina tuviera un nuevo ministro de Justicia . El elegido es Martín Soria, alcalde ocho años de la ciudad patagónica de General Roca, kirchnerista duro , licenciado en Derecho y ahora exdiputado de 45 años. El sucesor de Marcela Losardo tiene por delante consumar el proyecto de reforma de la justicia y cerrar los frentes que impiden a Alberto y a Cristina Fernández, que ésta logre cambiar el destino escrito que la ordena, desde hace tiempo, ir directamente a un calabozo.

El desafío de Soria es el desafío de la democracia para Argentina. A él le corresponde ejecutar los deseos -no escritos- de la Casa Rosada: doblegar a la Corte Suprema (máxima instancia judicial) , modificar el Consejo de la Magistratura (equivalente al Consejo General del Poder Judicial), transformar el Ministerio Público Fiscal, colocar en el puesto equivalente al de Fiscal General que ocupa Dolores Delgado a uno de los suyos y por último, terminar con el poder de los '12 apóstoles', como se conoce popularmente a los jueces federales. Este grupo de magistrados, que entienden de las causas que afectan al Estado , encabezados por el difunto Claudio Bonadío, resistieron las embestidas de los gobiernos de Néstor y de Cristina Kirchner. En Comodoro Py, sede de los Tribunales Federales (ciudad de Buenos Aires) es donde, con las pruebas en la mano, procesaron y ordenaron la detención por corrupción y un largo etcétera de delitos , de la actual vicepresidenta, hoy por hoy, blindada por sus fueros pero obsesionada con lograr la impunidad definitiva.

Martín Soria, de historia familiar desgraciada (en una ataque de celos su madre mató de un balazo en el rostro a su padre, exgobernador de Río Negro y exjefe de Inteligencia), calificó de «opaco» el «servicio de justicia» y «alejado de la ciudadanía ». En simultáneo, apeló a «la unidad y al diálogo». Extraño modo de tender puentes, el flamante ministro de Justicia y Derechos Humanos, acertó en lo primero aunque sus soluciones apuntarían a oscurecer más al único poder que puede garantizar algo parecido a una democracia, más o menos, plena.

El acto de jura como ministro de Martín Soria no tuvo entre los presentes a su antecesora. Marcela Losardo dimitió forzada por una declaración pública de Alberto Fernández , a principios de mes, en la inauguración del periodo Legislativo en la Asamblea Nacional (daba a entender que era incapaz). Socia del presidente en el despacho privado, amiga desde hace décadas y jurista respetada, Losardo evitó validar con su presencia a su reemplazo. La ausencia se interpreta como su modo de rechazar el virtual asalto al Poder Judicial que se avecina aunque, como los partidos de fútbol, nada está dicho hasta que acaba el segundo tiempo.

El premio de consolación para Lozardo, por aquello de ser «amigos», será instalarse en París en la UNESCO para ocupar la vacante por defunción de Fernando «Pino» Solanas. Alberto Fernández, en la breve ceremonia de toma posesión del cargo de Soria, tuvo palabras de reconocimiento para ella: «Le quiero agradecer a Marcela por el gran trabajo que hizo. Hizo un trabajo que tuvo que ver exactamente con lo que yo le pedí» (sic).

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación