El fantasma de la violencia sectaria amenaza al Líbano
Tres muertos y 18 heridos en un barrio suní de Beirut en los primeros disturbios tras la muerte de un jeque suní antisirio
maría iverski
Las dudas sobre la estabilidad del Líbano han resucitado con fuerza tras la muerte, el pasado domingo, de un prominente clérigo suní contrario al régimen sirio de Bachar al Assad . El asesinato se produjo en un puesto de control del ejército ... y desencadenó una fuerte oleada de disturbios en varias partes del país.
El jeque Abdel Wahed y su acompañante murieron en extrañas circunstancias en un puesto de control de Akkar, en el noreste del Líbano, tiroteados por el ejército libanés cuando, presuntamente, ignoraron las advertencias de los soldados para que se detuvieran.
Ante la gravedad del incidente, por el que 22 militares están siendo investigados, el ejercito optó por retirarse de la zona norte del país , limítrofe con Siria, con el propósito de evitar una posible confrontación que finalmente terminó trasladándose a la capital, Beirut. Según la cadena de televisión nacional LBC, tres personas murieron y 18 resultaron heridas en los enfrentamientos armados que se produjeron entre partidarios y detractores del régimen sirio en el barrio de mayoría suní de Tarik al Yadide, en el oeste de Beirut.
Suníes contra alauíes
Durante más de cinco horas, los seguidores del Partido Árabe, prosirio y liderado por Jaled Berjaoui, se enfrentaron a los simpatizantes de la formación política Futuro, el grupo del ex primer ministro Saad Hariri, de tendencia antisiria. Los combates en Tarik al Yadide concluyeron al amanecer, tras numerosos destrozos materiales, con la entrada del ejército en el barrio y la expulsión de Berjaoui y sus acólitos.
La jornada de violencia vivida en la capital fue la más intensa desde mayo de 2008, cuando Hizbolá se desplegó por los barrios suníes de Beirut después de que el gobierno intentara desmantelar su red de telecomunicaciones. Los incidentes en Akkar y Beirut tienen lugar tras las luchas de la semana pasada en la ciudad norteña de Trípoli , entre residentes del barrio suní de Bab al Tabane y los vecinos de Jabal Mohsen, de mayoría alauí, y que causaron la muerte de 10 personas y 130 heridos.
El cruce de acusaciones entre las distintas facciones políticas libanesas no se ha hecho esperar, algunos diputados afines a Damasco han solicitado incluso el regreso del ejército sirio al Líbano para restablecer la calma, mientras que el primer ministro libanés, Najib Miqati, no cesa de pedir a la clase política el fin de una «tensa retórica» que, en un país como Líbano, solo supone el peor de los presagios.
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