UCRANIA
Hanna, el 'ángel' que lleva comida al frente ucraniano: «Aquí la gente se muere de hambre»
Dejó una vida tranquila en Odesa porque no podía mirar para otro lado. Hoy, con 34 años, trabaja en una ONG que ayuda a 600 familias pobres cercanas al conflicto. No puede evitar emocionarse cuando habla de la situación actual: «Queremos que se detenga la guerra; mucha gente está sufriendo»
¿Estamos más cerca de la guerra en Ucrania?
Gabriela Ponte y Matías Nieto
Harina, pasta, granos, avena, mantequilla, té, carne en conserva, jabón y pasta dental son algunas de los alimentos y objetos de higiene personal que empacan en cajas a diario los voluntarios de la ONG norteamericana Operation Blessing o 'Operación Bendita', con sede en Slovianks, una ... ciudad del óblast de Donetsk y cercana a la línea de frente entre las fuerzas armadas ucranianas y los rebeldes separatistas prorusos.
Hanna Chaban, de 34 años, es la responsable de organizar toda la ayuda humanitaria que llega a esta región para ayudar a las familias víctimas del conflicto armado forzado y financiado, tanto con armas como con dinero, por Rusia. «Todos los meses llevamos comida a más de 600 familias pobres que viven cerca de la línea de contacto», dice la mujer que lleva ocho años, tras el Euromaidán y las guerras al sureste del país, trabajando como voluntaria. «Las cajas con comida y objetos de higiene personal alivian los problemas de estas personas que pasan hambre y no tienen dinero para vivir en condiciones», asegura.
La ayuda humanitaria que llega desde EE.UU. es repartida por, al menos, 40 voluntarios en 35 pueblos cercanos al frente militar. «Son las áreas más cercanas a los territorios ocupados por los rusos», afirma y explica que hacen visitas entre dos a tres veces al mes. Sin embargo, las familias reciben solo una caja que tiene un valor aproximado de 11 dólares y les dura un mes.
Al principio del conflicto, ella cogió a su hijo y se desplazaron a Odesa , una ciudad costera al suroeste de Ucrania donde «el sol es maravilloso» y «no hay guerra». Su vida era perfectamente estable, pero en un momento se dio cuenta que no podía hacerse la vista gorda y tenía la vena de ayudar a otras las personas. «Es bastante reconfortante ayudar a la sociedad», manifiesta.
«Nadie sabe cuando va a terminar la guerra. Nosotros queremos que se detenga lo antes posible porque mucha gente está sufriendo», dice mientras las lágrimas recorren su mejilla. Chaban está realmente conmovida con toda la situación y aprovecha para pedir más ayuda a Occidente: «Aquí hay mucha necesidad, necesitamos más gente dispuesta a salvar a los lugareños de morir de hambre», concluye.
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