Las elecciones locales ponen a prueba la estabilidad de Renzi

No se espera que haya vencedores con mayoría absoluta en esta primera vuelta, en cuyo caso habrá una segunda dentro de dos semanas, el día 19.

Ha sido una campaña larga, seguida con cierta desilusión y cansancio por los electores en un tiempo marcado por el rechazo a la política, a los partidos y a las instituciones, de ahí el riesgo de una alta abstención. Todas las miradas se centran en Milán y Roma . Esta última es un monumento al desorden institucionalizado, con una imagen desastrosa por la corrupción, gobernada por un comisario impuesto por el Gobierno tras la destitución del anterior alcalde, Ignazio Marino (PD). Los romanos están hartos de soportar los peores servicios públicos de Europa, el más alto índice de clientelismo y una deuda monstruosa de 14.000 millones de euros.

Los candidatos principales de Roma son cuatro , que no parecen estar a la altura para sacar de su crisis a la capital: Giorgia Meloni, 39 años, posfascista; Roberto Giachetti, 55 (PD); Virginia Raggi, 37, Movimiento 5 Estrellas (M5E); y Alfio Marchini, 51, un empresario que conduce habitualmente un Ferrari, pero que en sus mítines lo cambiaba por un Fiat Panda. Favorecida por la división en la derecha y la izquierda, encabeza las encuestas la abogada Virginia Raggi, cuyo objetivo de campaña fue intentar demostrar que ella y el Movimiento 5 Estrellas de Grillo no son como los demás partidos, «involucrados en la corrupción». Pero en los últimos meses se ha demostrado -a la vista de varios casos surgidos en las filas del M5E- que no existe en absoluto la pretendida superioridad moral de ese partido.

Un primer gran derrotado en estas elecciones es la palabra izquierda. La novedad de estos comicios es que por primera vez en la historia reciente italiana no existe un solo candidato de la izquierda tradicional en ninguna gran ciudad italiana . Por otro lado, los candidatos de centro derecha y los de centro izquierda se parecen en sus programas. Es más, en el caso de Milán, los representantes de ambas coaliciones son dos gestores, Franco Parisi (centro derecha) y Giuseppe Sala (centro izquierda), que perfectamente podrían ser intercambiables. Las verdaderas diferencias se registran sobre dos cuestiones: derechos civiles e inmigración, pero se trata de dos banderas más que de programas políticos.

En este contexto, llama la atención el favorito a la alcaldía de Nápoles, el exmagistrado Luigi de Magistris , actual regidor, quien ha hecho una campaña de tonos incendiarios, sosteniendo que en la capital de la región de Campania hay en curso una «revolución» que él encabeza. Este tribuno del pueblo insultó a Renzi -«tienes que tener miedo, te vas cagar por la pata abajo», le gritó- y anunció con demagogia, en un mitin, que «después de las elecciones del 5 de junio todo cambiará: saldré del Palacio del ayuntamiento y gobernaré en la calle». Nápoles es una ciudad que está hecha unos zorros, pero De Magistris quiere convertirse en el alcalde más izquierdista del país y lanzarse a la arena nacional.