El Ejército paquistaní asalta el santuario de Al Qaida en la frontera con Afganistán
El Ejército de Pakistán ataca Waziristán del Sur y pone al movimiento Tehrik-e-Talibán Pakistán (TTP) en su punto de mira. Tras cinco meses de preparativos, la escalada de violencia provocada por los grupos talibanes en la última semana, que ha costado la vida ... a 175 personas, llevó a Islamabad a lanzar una respuesta a gran escala contra el feudo del núcleo más radical de la insurgencia, santuario de Al Qaida en la región. «El Ejército ha lanzado la operación nada más recibir la orden», informó el portavoz militar, general Athar Abbas. De madrugada, por tierra y aire, 30.000 hombres iniciaron esta ofensiva contra uno de los lugares más remotos, aislados y temidos del mundo. Al menos cuatro soldados y nueve militantes perdieron la vida en las primeras horas de combate.
Es la cuarta vez que Islamabad intenta controlar este territorio perteneciente al cinturón tribal de la frontera con Afganistán, en el que los expertos calculan que podría haber algo más de diez mil insurgentes, afganos y extranjeros, pertenecientes TTP, movimiento aliado de Al Qaida bajo el que se agrupan decenas de facciones talibanes en toda la frontera bajo las órdenes de Hakimulá Mehsud.
Las tres primeras ofensivas concluyeron en baños de sangre para las fuerzas militares y la firma de acuerdos con los líderes tribales en términos de independencia a cambio de paz. Pero esta vez parece que no hay posibilidad alguna para la tregua, y el Ejército se muestra dispuesto a llevar a cabo una operación de limpieza en toda regla.
«El objetivo es eliminar a este grupo terrorista de una zona en la que han expulsado a las autoridades y han tomado a la población como rehén», declaró el general Abbas a la BBC. Islamabad insiste en centrar su ataque en «los 3.300 kilómetros cuadrados» que ocuparía el territorio bajo control de Mehsud, para dejar claro al resto de líderes insurgentes de la frontera que no colaboran con TTP que esta guerra no va contra ellos.
Intereses dispares
El cerco sobre Mehsud se estrecha, pero los intereses de EE.UU. y Pakistán parecen diferentes. Mientras Washington quiere acabar en primer lugar con los elementos que actúan en suelo afgano y que cada día matan a soldados estadounidenses, Islamabad insiste en que sólo pretende actuar contra aquellos talibanes que ponen en peligro su estabilidad nacional.
«Podemos hablar de dos grandes grupos, por un lado el formado por la red TTP, y por otro la red Haqqani. Los primeros tienen una fuerte motivación política y sitúan entre sus objetivos a las Fuerzas de Seguridad de Pakistán, pero los segundos se centra en la yihad afgana y no suelen actuar en este lado de la frontera, incluso cooperan hasta cierto punto con Islamabad», declaraba recientemente a ABC en Islamabad el analista Imtiaz Gul, director del Centro para la Investigación de Estudios de Seguridad.
La operación está en marcha, pero en realidad el asalto a Waziristán del Sur se inició el pasado junio cuando, con la operación de Swat a punto de concluir, el Ejército paquistaní inició el bombardeo de refugios, almacenes y campos de entrenamiento de la insurgencia. El máximo mando militar del país, general Ashfaq Kayani, viajó entonces a la zona para ver en primera persona el «plan de campaña» que preparó el terreno antes de esta ofensiva final.
Los paquistaníes cuentan con el apoyo de los aviones no tripulados americanos, que en los últimos meses han intensificado sus operaciones para reducir la capacidad de resistencia de los insurgentes. La más exitosa fue la que acabó en agosto con la vida del hombre más buscado del país, Baitulá Mehsud.
«Una auténtica guerra»
Desde ese día los nuevos mandos de la insurgencia juraron venganza y Pakistán ha sufrido «una auténtica guerra», dijo el ministro de Interior, Rehman Malik, tras la reciente operación yihadista contra tres centros policiales y militares en Lahore, la segunda ciudad más importante del país. Además de los drones, Pakistán pidió a Washington equipos para combate nocturno.
El acceso a la zona está cerrado, los militares controlan las carreteras: Las comunicaciones con los vecinos de la zona son muy complicadas y, en las últimas horas, los medios paquistaníes informan de la huida de miles de civiles de las zonas de combate en busca de un lugar seguro. Las autoridades, sin embargo, no prevén un éxodo como el provocado por la operación tras la ofensiva en Swat, Buner y Bajo Dir, que originó el pasado mayo lo que Naciones Unidas calificó como «el más rápido desplazamiento masivo de personas del mundo».
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