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EE.UU. se convierte en una fiesta en el aniversario de la llegada a la Luna

En Washington, el Museo del Aire y del Espacio del Smithsonian dedica una exposición a Apolo 11 con un imán especial: se muestra al público, por primera vez en trece años, el traje espacial con el que Armstrong pisó la Luna

Javier Ansorena

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EE.UU. se embarcó ayer por la noche en una cuenta atrás multitudinaria, en el momento culminante de las celebraciones del 50 aniversario de la misión Apolo 11 , la primera en la que el hombre pisó la Luna. Justo antes de las 22.57, la hora exacta en la que Neil Armstrong descendió la escalerilla de la cápsula Eagle y dio aquel «pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad», cientos de ciudades y localidades de todo el país voceaban la cuenta atrás para estallar en júbilo.

La llegada del hombre a la Luna es el mayor hito logrado por EE.UU. como esfuerzo nacional y la prueba definitiva de su dominio tecnológico, científico, económico y militar desde la Segunda Guerra Mundial. Por eso en las celebraciones en planetarios, museos, desfiles y festivales, el hito científico se mezclaba con el orgullo patriótico.

El aniversario ha sido una constante en la última semana en todo el país, desde recuerdos al programa Apollo en pequeñas bibliotecas de barrio, hasta fastuosos eventos en los lugares emblemáticos del programa espacial de la NASA y en las principales ciudades del país.

En la capital, Washington, una proyección del cohete Saturno V se ha proyectado durante los últimos días en el obelisco dedicado a George Washington y ayer por la noche la fiesta de celebración estaba prevista hasta las dos de la mañana. Sin salir de la ciudad, el Museo del Aire y del Espacio del Smithsonian dedica una exposición a Apolo 11 con un imán especial: se muestra al público, por primera vez en trece años, el traje espacial con el que Armstrong pisó la Luna.

Artefactos como este, repartidos por museos y planetarios de EE.UU., son reverenciados estos días y se organizan exposiciones alrededor de ellos. Desde Seattle, cuyo Museo del Vuelo tiene la nave Columbia -la que pilotó el astronauta Michael Collins y que devolvió a Armstrong y al otro astronauta que paseó en la Luna, Buzz Aldrin, de vuelta a la Tierra-, al barco de la Armada USS Hornet, el que recuperó a los astronautas tras amerizar en el Pacífico, y ahora es un museo en Alameda (California). Pero también en el pueblo remoto de Wapakoneta (Ohio), donde nació Armstrong y que tiene un pequeño museo dedicado al héroe local . Las únicas piezas originales de la misión Apolo 11 son unos calapiés que llevaba su nave para el reingreso en la Tierra en caso de que los anclajes de su traje especial se desengancharan y una pequeña roca lunar traída por los astronautas.

La patria chica de Armstrong lleva de celebraciones desde hace una semana, con desfiles, conferencias, proyecciones y actos alrededor de la Luna. Algo similar, aunque con muchísimos más medios, que las otros dos lugares que protagonizaron esta aventura: Houston y el Centro Espacial Kennedy, en Florida.

La ciudad texana ha recreado para el aniversario el centro de control de la misión Apolo 11 en el Centro Espacial Johnson de la NASA y a su alrededor ha programado multitud de conferencias, charlas con astronautas y un macrofestival, celebrado ayer.

En Florida, después de una gala celebrada el pasado martes, el aniversario del lanzamiento del Apolo 11, que tardaría cuatro días en llegar a la Luna, ayer uno de sus protagonistas, Buzz Aldrin, visitó la plataforma de despegue con el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence . En julio de 1969, cientos de miles de personas acudieron a Florida para ver el inicio de una misión histórica. Ayer, Pence insistió en una conferencia en los planes de la Administración Trump de regresar a la Luna «en cinco años». Los aplausos fueron tímidos, porque la noticia no era nueva -ya lo adelantó el propio presidente- y porque Aldrin, Collins y otros astronautas han insistido en que los esfuerzos deben dedicarse a otra aventura más ambiciosa: llegar a Marte.

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