CLAVES DE LATINOAMÉRICA
Ecuador y Bolivia: el apoyo bolivariano mengua, pero la oposición se divide más
Sin Correa ni Morales en la presidencia, los ciudadanos han confiado en el recuento de las últimas elecciones
Emili J. Blasco
Lo que constituía la gran oportunidad en Ecuador para aparcar el populismo correísta ha puesto en evidencia, en cambio, la división de sus oponentes. Si algo así ya pasó en las elecciones de Bolivia de octubre de 2020, cuando el candidato de Evo Morales se aseguró la victoria en primera vuelta ... , ahora en Ecuador el candidato de Rafael Correa ha quedado en primer puesto para la segunda vuelta a pesar de la movilización contraria desde diversos sectores.
Ciertamente el apoyo bolivariano mengua, pero sus detractores no han sabido de momento unir fuerzas para dejarlo en la cuneta. En las elecciones del pasado 7 de febrero, el candidato de la versión ecuatoriana del bolivarianismo, Andrés Arauz , bajó al 32,7% de los votos, frente al 36,2% logrado en primera vuelta por Correa en 2017 y al 57,1% obtenido de entrada por este en 2013. Por su parte, Morales logró el 61,3% en 2014 y su designado sucesor, Luis Arce, bajó al 55,1% en 2020.
Menor polarización
La ausencia de Correa en la papeleta de votación y sobre todo su ausencia del país (reside en Bélgica y no regresa por haber sido condenado en firme por los tribunales) redujeron la polarización de la campaña electoral , como igualmente sucedió en Bolivia unos meses antes, con Morales siguiendo el proceso electoral a distancia (desde Argentina). Esa menor polarización contribuyó a que el aspirante de centroderecha Guillermo Lasso, que en la primera vuelta de 2017 logró el 28,1% de los votos, ahora se haya quedado en 19,7%, y eso que esta vez su partido, CREO, iba en coalición con el derechista Partido Social Cristiano (ambos sumaban 44,4% en la primera vuelta de 2017).
Para Allen Panchana, director de informativos del canal ecuatoriano TC Televisión, es esa coalición con el PSC la que lastró a Lasso, porque los dirigentes socialcristianos «hicieron una campaña en negativo, anticuada, que no transmitía ilusión sino miedo» ante lo que podía suponer el «regreso» de Correa, c omo el pretendido deseo de desdolarización con frecuencia atribuido al expresidente . Junto a esa pobre campaña, hubo un acertado mensaje de Yaku Pérez, de la formación indigenista Pachakutik, que con un 19,3% de los votos se disputa con Lasso el pase a la segunda vuelta del 11 de abril (un recuento parcial debe confirmar el resultado de ambos), y del candidato de Izquierda Democrática, que se quedó muy cerca del resultado de Lasso y Pérez (15,6%). Del mismo modo, la menor polarización en Bolivia y la creencia entre la oposición que sin Morales como contrincante la victoria iba a ser más fácil, hizo que también esta concurriera especialmente dividida.
Elecciones limpias
Las elecciones de ahora en Ecuador, como las celebradas hace unos meses en Bolivia, se han desarrollado con trasparencia y con juego limpio desde el poder. En las ecuatorianas de 2017, organizadas cuando Correa estaba en la presidencia y todo su poder seguía vigente, hubo sombra de manipulación a favor de su candidato, Lenín Moreno, que en la segunda vuelta se impuso en un apretado recuento oficial por 51,1% frente al 48,8% de Lasso. También hubo dudas sobre la limpieza electoral en las bolivianas de 2019, en las que la OEA determinó inconsistencias que beneficiaban la reelección de Morales y que finalmente llevaron a nuevas elecciones al año siguiente.
El presidente Moreno rompió luego con Correa, renunció a presentarse a la reelección y no parece haber ejercido presión sobre el Consejo Nacional Electoral. Tampoco la presidenta interina de Bolivia tras la marcha de Morales, Jeanine Áñez, utilizó al CNE. Así que, gracias a que en las presidencias no estaban ni Correa ni Morales, en ambos países ha habido confianza en el proceso de escrutinio de votos.
Interregno opositor desaprovechado
Lo más curioso de lo ocurrido políticamente en Ecuador en los últimos años es que el presidente Lenín Moreno, cuando arrebató a Correa el control del partido Alianza País, no se hubiera implicado en construir un espacio de izquierda democrática no populista. Aunque él mismo tuviera un desgaste podía haber sumado esfuerzos o alcanzar algún tipo de confluencia con Izquierda Democrática. La inacción de Moreno allanó el camino para el nuevo partido de Correa, UNES. También en Bolivia, la presidenta interina Jeanine Áñez y el resto de la oposición de derecha desaprovecharon el momento, tan propicio, para constituir una alternativa creíble y no revanchista, y ocurrió que el candidato opositor más votado, Carlos Mesa, bajó del 36,5% de los votos atribuidos en 2019 a 28,8% en 2020.
En cuanto a la segunda vuelta del 11 de abril, es posible que Lasso tenga menos opciones que Pérez de sumar el apoyo de sectores contrarios al candidato de Correa, quien parte desde una posición más sólida. En cualquier caso, mucho dependerá de cómo Lasso y Pérez gestionan su «desempate»; de momento están logrando un tránsito bastante acordado.
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