El doble objetivo de Biden ante el G-20: mantener la presión a China y recuperar la confianza de sus socios
Tras la apuesta por el unilateralismo de Trump, el presidente electo deberá restañar las heridas con los socios tradicionales de Estados Unidos
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Iniciar sesiónLa reunión del G-20 arranca este sábado en Arabia Saudí con la mirada puesta en EE.UU. La transición política convulsa en la primera potencia mundial será imposible de ignorar en el encuentro. Donald Trump no ... reconoce los resultados de las elecciones presidenciales y su derrota frente a Joe Biden . El presidente de EE.UU. ha emprendido una batalla en los juzgados -sin apenas ningún logro- y en la opinión pública -con mucho más éxito entre sus seguidores- por retratar las elecciones presidenciales como un «fraude masivo» y un «robo».
Muchos de los socios de EE.UU., sin embargo, dan por hecha la transición de la Administración Trump a la Administración Biden. Tras su victoria electoral el pasado 3 de noviembre, el presidente electo ha mantenido encuentros telefónicos con los líderes de Alemania ( Angela Merkel ), Israel ( Benjamin Netanyahu ), Francia ( Emmanuel Macron ), Reino Unido ( Boris Johnson ) o India ( Narendra Modi ).
Biden no tendrá presencia en Arabia Saudí en la reunión del G-20 , que se celebrará de forma virtual por las restricciones de la pandemia de Covid-19 . No será presidente ni tendrá competencias como tal hasta el 20 de enero, cuando está prevista su investidura en el Capitolio de Washington. Pero la comunidad internacional está expectante ante su desembarco en la Casa Blanca y los cambios que imprimirá en la política exterior estadounidense.
Biden tiene un interés por los asuntos internacionales que se remontan a los inicios de su carrera. Para él, la gran política es la exterior. Cuando a principios de los años setenta, con solo 29 años, decidió presentarse a senador por Delaware lo hizo porque a él la política local -la gestión de basuras, la ordenación territorial- se le quedaba pequeña. Él se veía discutiendo los grandes tratados internacionales.
Su sueño se le hará en enero realidad y a lo grande. Tras cuatro años de Administración Trump, Biden tiene una multitud de frentes abiertos y ha prometido un giro completo a la política exterior y «restaurar» la posición de EE.UU. en el mundo. En sus primeros día en el Despacho Oval, ha asegurado que regresará al Acuerdo de París sobre cambio climático; buscará recuperar el tratado nuclear con Irán, Rusia y las potencias europeas que rompió Trump; tratará de restablecer la confianza de sus socios de la OTAN tras una relación basada en amenazas y presiones por parte del actual presidente y solicitará el retorno a la Organización Mundial de la Salud, de la que Trump salió en plena pandemia.
La idea central de la política exterior de Biden es pasar del «EE.UU. primero» de Trump al «EE.UU. ha vuelto». De la apuesta por el unilateralismo de Trump, con una marginación y un desprecio evidente por la ONU y las organizaciones internacionales de su entorno, Biden tendrá que trabajar para restañar las heridas con los socios tradicionales de EE.UU.
Biden, que este viernes cumplió 78 años, llegará a la Casa Blanca como el presidente con más experiencia en política exterior desde, al menos, George H.W. Bush . Fue presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado entre 1997 y 2008. Cuando aquel año Barack Obama le eligió para ser su vicepresidente, Biden había tenido encuentros con 130 líderes internacionales como senador. En la vicepresidencia, visitó cincuenta países en misión oficial.
Esa experiencia, y la relación profunda que tiene con líderes internacionales -desde Merkel hasta Xi Jinping , el presidente de China-, serán fundamentales, pero el mundo es diferente. El multilateralismo que Obama propugnó está en crisis, con la credibilidad de las organizaciones internacionales más erosionada que nunca. El equilibrio de poderes, con una China cada vez más agresiva en lo económico y en lo geopolítico, es diferente al de hace una década. Y las expectativas y los intereses internos en EE.UU. también han cambiado.
El reto de la pandemia
En primer lugar, porque el gran desafío que se encontrará Biden nada más llegar a la Casa Blanca será doméstico: la crisis sanitaria y económica del coronavirus, con casi doce millones de casos y más de 250.000 muertos en estos momentos. Conciliar la idea de la cooperación internacional para la distribución de la vacuna no va a casar con los esfuerzos de EE.UU. que ha financiado muchos de los proyectos de vacuna y los estadounidenses no entenderán que ellos no sean los primeros en recibirla.
Segundo, porque dentro del Partido Demócrata se enfrentan posiciones diferentes sobre el papel de EE.UU. en el concierto internacional. Biden recibió el espaldarazo de las corrientes izquierdistas, lideradas por Bernie Sanders , que tienen posiciones sobre intervenciones militares en medio mundo y acuerdos comerciales más parecidas -al menos, en el fondo- a las que ha defendido Trump que al globalismo de Obama.
En este ámbito, la relación con China ocupará buena parte de la agenda internacional. Biden ha pasado de ser elogioso con Xi y decir en una visita del mandatario chino en 2012 que representaba «una cara diferente del liderazgo chino» a calificarle este año de «matón» que «no tiene ni un hueso democrático en su cuerpo». China recibirá un tratamiento más duro que con Obama, con unas negociaciones sobre acuerdos comerciales, ambiciones territoriales o respeto a los derechos humanos que podrán mejorar en las formas, pero no tanto en el contenido.
Biden todavía no ha hecho ningún nombramiento para sus altos cargos en política exterior. Las quinielas abundan sobre quién ocupará el cargo de secretario de Estado. Hay nombres de la vieja guardia, como Anthony Blinken o Susan Rice , ambos altos cargos en la Administración Obama. El Instituto Brookings ha distinguido entre los «restauracionistas» y los «reformistas». Entre los primeros estaría Blinken, con la idea de recuperar el liderazgo global de EE.UU. e involucrarse al máximo en política internacional.
«Tenemos que liderar con la diplomacia», dijo en una entrevista el mes pasado. Entre los segundos, la apuesta es por priorizar la agenda exterior a las necesidades internar. Entre ellos está Jake Sullivan , un asesor de Biden que apuesta a que los tratados comerciales sean para «mejorar empleos y salarios». Sería, en realidad, una versión moderada del «EE.UU. primero» de Trump que Biden tendrá que conjugar con un regreso al multilateralismo.
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