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Ramón Pérez-Maura

Diana, dos décadas después

Lord Spencer creía que iba a poder hacer caja con las visitas a su jardín conmemorativo. La realidad ha sido penosa. Apenas ha podido pagar los costes del montaje

Flores y otros objetos en recuerdo de Diana de Gales en París REUTERS

Por más que se desgañiten en las tertulias televisivas españolas, veinte años después no queda casi nada de Diana, Princesa de Gales. Aquella mujer cuya muerte conmovió al mundo a pesar de sólo ser, en palabras de sir Elton John, a candle in the wind, ... una vela en el viento. Y no le faltó razón al bardo en su descripción ante el mundo en un funeral cuyo objetivo no era el natural de una ceremonia así, interceder por el difunto ante Dios. Aquel funeral era un alegato contra la Familia Real británica encabezado por lord Spencer, hermano de la difunta. Nunca antes se había visto semejante ataque a un jefe de Estado en un acto presidido por él. Mas Elton John supo anticiparse con la belleza de la música y letra de su canción porque, las velas en el viento se apagan. Y Diana se apagó. Lord Spencer se empeñó en enterrarla en su finca particular (¡como si la madre del futuro Rey de Inglaterra fuese de su propiedad!). Allí dejó sus despojos en una isla artificial en el centro de un lago artificial, en un edificio neo renacentista. Todo pretendía representar un alegato contra la falsedad de la institución monárquica. Y él creía que iba a poder hacer caja con las visitas a su jardín conmemorativo. La realidad ha sido penosa. Apenas ha podido pagar los costes del montaje. Mas si Diana, Princesa de Gales, hubiera sido enterrada en un panteón de la Corona, el mantenimiento correría por cuenta de la Reina. Ahora corre contra la chequera -muy disminuida- de lord Spencer.

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