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Un año después, los rohingyas siguen en el mayor campo de refugiados del mundo

Casi un millón de personas están hacinadas en el campo de Kutupalong en Bangladesh

Panorámica del campamento de refugiados rohingyas de Kutupalong Pablo M. Díez

ABC

Este sábado se cumple un año del comienzo del éxodo a Bangladesh de 700.000 miembros de la minoría rohingyá para escapar de la violencia de las fuerzas de seguridad en el estado de Rakáin, en el oeste de Birmania (Myanmar). Los soldados birmanos fueron acusados por el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de cometer una operación de «limpieza étnica» con indicios de «genocidio» mediante asesinatos, violaciones masivas y quema de hogares en agosto de 2017.

Tres meses despué s Birmania y Bangladesh firmaron un acuerdo para la vuelta de esta minoría ética, pero nunca se cumplió.

Su situación era ya delicada antes del 2017 por ser una minoría musulmana dentro de un estado budista que no los reconoce como ciudadanos y considera a sus miembros, en general, bangladesíes.

Aunque ya en el pasado el pueblo rohingya había sufrido persecuciones, en agosto de 2017 el estallido de una nueva oleada de violencia en la zona causada por repetidos ataques militares obligaba a una huida masiva de la población que trataba de refugiarse en la vecina Bangladesh. Dejaron sus casas para vivir hacinados en campos de refugiados, sin acceso a educación o sanidad y sobreviviendo gracias a la ayuda internacional, que llegaba (y continúa llegando) con cuentagotas porque el gobierno considera que las ONGs son partidistas en el conflicto .

Miles de personas siguen llegando cada día al campo de refugiados de Kutupalong en Bangladesh, convertido en el mayor campos de refugiados del mundo con 626.000 refugiados , llevando consigo únicamente lo puesto. Este campo de refugiados, según Save The Children, presenta una situación alarmante de hacinamiento y donde la dependencia de ayuda humanitaria es total. Un total de 373.000 niños y niñas se encuentran en el campo, en condiciones pésimas donde lo que antes era una jungla ahora es su hogar y hace que estén apareciendo y propagándose enfermedades como la difteria y el sarampión .

Además las lluvias del monzón- que van desde junio hasta septiembre- hacen aún más difícil el día a día en los campos de refugiados.

Ciudadanía birmana

«Primero, nuestra demanda es ciudadanía», es lo que quiere Mohamad Anan, un rohingyá de 22 años. El joven rechaza los carnés de verificación nacional que les ofrecen las autoridades birmanas como paso previo a que puedan solicitar la nacionalidad y reitera que solo volverán cuando sean reconocidos como ciudadanos birmanos.

Durante décadas el Gobierno birmano ha negado la ciudadanía a los rohingyás, por lo que los miembros de esta minoría de mayoría musulmana no se fían del proceso propuesto por las autoridades para verificar su estatus y aceptar su regreso.

Hasta la fecha no se han dado las condiciones para un viaje de garantía a Birmania. Ya en junio, la enviada de la ONU en Myanmar declaró que «las autoridades de Myanmar mantienen a las mujeres, hombres y niños rohingya segregados e intimidados en un deshumanizador sistema de apartheid »

Dos días antes de la ofensiva militar, el 23 de agosto de 2017, Kofi Annan ya advirtió que «si no se toman acciones concretas pronto, existe el riego de volver a otro ciclo de violencia y radicalización».

Casi 70 años de conflicto

Recién estrenada la independencia, en 1948, muchos rohinyás reclamaron la adhesión a Pakistán del estado, que entonces se llamaba Arakan . Casi treinta años después, en 1977, una operación militar para registrar a la población y expulsar a los extranjeros de Arakan llevó a más de 200.000 rohinyás a cruzar la frontera con la vecina Bangladesh.

Más de 250.000 rohinyás huyeron a Bangladesh en 1991 por otra operación de seguridad en Rakáin, como la junta militar que gobernaba el país había rebautizado al estado dos años antes.

Una ola de violencia sectaria en 2012 dejó 160 muertos, 120.000 rohinyás recluidos en campamentos de desplazados y otros 150.000 refugiados en Bangladesh.

La presentación en escena del Ejército de Salvación Rohinyá de Arakan (ARSA) con el ataque de tres puestos fronterizos y la muerte de nueve agentes el 9 de octubre de 2016 imprimió un nuevo cariz al conflicto y llevó en los meses siguientes a que más de 60.000 rohinyás escapasen a Bangladesh de la represalia del Ejército.

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