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Desgaste, corrupción y autoritarismo: por qué Evo Morales podría perder las elecciones en Bolivia

El líder indígena, que acumula ya trece años en el cargo, podría ser derrotado por la oposición en los comicios del próximo octubre, según los sondeos

El presidente de Bolivia, Evo Morales, en 2016 REUTERS

Miguel Ruiz de Arcaute

Tras trece años dirigiendo el rumbo de un país al que, para bien o para mal, ha transformado notablemente, los días de Evo Morales como presidente de Bolivia podrían ver su fin en las elecciones generales del próximo octubre . Así lo ha constatado un sondeo publicado la semana pasada por el principal periódico del país, «La Razón», del cual se extrae una conclusión fundamental : si Morales no logra imponerse en la primera ronda –para lo que necesita un 40 por ciento de los votos y una diferencia de diez puntos sobre el segundo en liza, algo no muy claro en base a las prospecciones–, podría ser incapaz de batir a su rival, el expresidente Carlos Mesa , en segunda vuelta.

El descontento hacia el presidente boliviano no ha hecho más que ir en aumento desde que, en diciembre, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) lo legitimase para poder presentarse a un cuarto mandato. La indignación no fue gratuita: en 2016 Morales sometió a referéndum su intención de modificar la Constitución para ampliar el número de reelecciones consecutivas a las que un jefe de Gobierno podía optar –la norma actual solo permite dos–.

Con un 51 por ciento de votos en contra, el electorado tumbó la propuesta . Pero Morales no aceptó el no por respuesta, y apeló a la máxima instancia electoral para que se pronunciase. «La prohibición de optar a un nuevo mandato vulnera los Derechos Humanos del presidente», sentenció el TSE, un órgano que ha sido criticado por su afinidad y cercanía al oficialismo.

«Es el mismo recurso que usó Daniel Ortega en Nicaragua, quien se presentó a los comicios de 2011 habiendo agotado el número posible de reelecciones. La oposición lo impugnó, pero el órgano electoral rechazó el recurso alegando que su candidatura cumplía con una sentencia de 2009 de la Corte Suprema de Justicia», explica Anna Ayuso, investigadora del «think tank» catalán Cidob. Lejos queda ya aquel año 2008, cuando Morales anunció que no se presentaría a las elecciones de 2014. No solo incumplió su propia promesa entonces, sino que además se convirtió, un año más tarde, en el mandatario que más tiempo ha ejercido el cargo desde que el país obtuviera su independencia, en 1825.

Desapego en las ciudades

Pero no solo es su empeño en aferrarse a la presidencia lo que ha desatado el hartazgo hacia el primer presidente indígena de Bolivia. Su prolongada estancia en el cargo, la confección de un modelo hiperpersonalista y una creciente percepción de que la corrupción en la Administración ha aumentado son, para Ayuso, alguno de los factores que más han empañado la labor social y económica del mandatario. «El desapego se da sobre todo en las capas más jóvenes, que prácticamente solo han conocido a Morales, y en las zonas urbanas, muy especialmente en Santa Cruz, la provincia más rica y donde la burguesía ocupa un lugar destacado», detalla Ayuso.

A lo largo de sus trece años de mandato, Morales se ha convertido en uno de los líderes mundiales más conocidos por sus reformas socioeconómicas –incluyendo la nacionalización de los hidrocarburos–, su defensa activa de los derechos de los indígenas –en ocasiones cuestionada– y su retórica «antiimperialista». Alabado por la importante reducción de la pobreza y la buena marcha de la economía, el líder del partido MAS (Movimiento al Socialismo) ha sido también criticado con dureza por sus múltiples incongruencias entre el discurso y la práctica, y por un creciente autoritarismo , incluyendo persecución a periodistas y opositores.

Otras protestas

No es la primera vez que Morales atraviesa dificultades. «Evo», como siempre ha gustado que le llamen para mostrarse más cercano, se enfrentó durante su primera etapa al repudio de los sectores más clasistas por su origen indígena. En 2008 encaró uno de sus momentos más críticos, cuando las gobernaciones opositoras del noreste del país, entre ellas la de la provincia de Santa Cruz , iniciaron una serie de protestas autonomistas que se saldaron con treinta muertos. Más tarde, entre 2010 y 2011, distintos grupos sociales, incluyendo policías, ecologistas y también indígenas, mostraron su malestar por medidas a las que, en varios casos, acabó dando marcha atrás por el rechazo que generaron.

Sin embargo, el contexto actual es muy diferente para Morales, pues ya no son protestas puntuales sino una situación de desgaste continuado a lo que se enfrenta. «Su éxito depende de la capacidad que tenga para movilizar a una clase media y baja que, pese al buen rumbo de la economía, no acaba de ver una mejora en su calidad de vida», explica Anna Ayuso. «Si Morales no consigue imponerse en la primera vuelta, es bastante posible que su rival, Carlos Mesa, logre aglutinar a la oposición y desbancarle en la segunda ronda», concluye la experta.

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