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Cuatro ladrones roban 80 millones de euros en una joyería de lujo en París

Disfrazados de mujer y con elegantes maneras, los atracadores desvalijaron en quince minutos la legendaria joyería «Harry Winston» de la avenida Montaigne

Cuatro ladrones roban 80 millones de euros en una joyería de lujo en París

Los protagonistas del mayor atraco a mano armada a una joyería de ultra lujo cosmopolita en la más cara y legendaria de las avenidas de París se comportaron con la elegancia implacable de los ladrones de guante blanco de «Atrapa a un ladrón» (Alfred Hitchcock/Cary Grant), dieron prueba del profesionalismo legendario de «El círculo rojo» (Jean-Pierre Melville /Alain Delon, Gian Maria Volont_, Yves Montand), y tenían la potencia fuego de «Harry el Sucio» (Don Siegel/ Clint Eastwood).

A las 17.30 del jueves, cuatro individuos armados (dos de ellos disfrazados con ropas femeninas, elegantísimas) irrumpieron en la joyería «Harry Winston» de la avenida Montaigne y en apenas quince minutos se apoderaron a punta de pistola de todas las existencias del legendario establecimiento.

«Stéphanie, querida, no olvides abrir y entregarme con cariño y mucha rapidez los collares de brillantes que están en la caja fuerte del fondo del pasillo...», dijo uno de los atracadores, escoltando a una elegante dependienta con el cañón de su Python 357 Magnum apuntándola a la sien.

Minutos más tarde, los empleados de la más famosa de las joyerías de la avenida Montaigne y la selectísima clientela que había asistido al atraco, tirada por los suelos ante la brutalidad expeditiva de unos atracadores tan elegantes como implacables, quedaban libres para pedir socorro de urgencia, desvalijado el establecimiento con una precisión de relojería.

La joyería «Harry Winston» es un establecimiento de sueño en los anales de la joyería y los atracos a mano armada. Fundada en Manhattan, en 1888, ganó pronto una fama de institución cosmopolita, solo al alcance de las más grandes fortunas, con sucursales en Londres y París.

Entre sus clientes se han contado y se cuentan las más grandes fortunas de todos los tiempos. En «Harry Winston» compró el shah de Irán la corona con un diamante rosa de 60 kilates regalada a su esposa en 1958. Los Winston compraron para su clientela ultrachic la famosa tiara de los duques de Westminster. Richard Burton compró en Winston los diamantes de escándalo ofrecidos a Liz Taylor en prueba de pasión.

Los atracadores del jueves no desconocían tales antecedentes. Ni la dificultad clásica de sacar a la venta 80 millones de euros de piedras preciosas.

Los especialistas de la Brigada de la represión del bandidaje (BRB) estima que «un botín de tales proporciones solo puede venderse en Rusia, los países del Este, o China... en los países árabes sería muy difícil dar salida a unas joyas bien fichadas, de difícil lucimiento en los países musulmanes. Los ultramillonarios rusos que compran mansiones en la Costa Azul con maletas de billetes son una clientela más fácil de abordar, con menos escrúpulos religiosos».

Los atracadores de la sucursal parisina de Harry Winston, a dos pasos del último domicilio parisino de Marlene Dietrich, no lejos de uno de los domicilios parisinos donde Isaac Albéniz recibió a Joaquín Turina y Manuel de Falla, habían cronometrado su operación con una precisión de la más alta orfebrería. Y conocían con altísima precisión hasta los últimos rincones de un establecimiento que solo está frecuentado por una élite de millonarios cosmopolitas.

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