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De Jos a Kaduna: la evolución criminal de Boko Haram contra intereses cristianos

En los últimos 18 meses, la milicia islamista nigeriana se ha cobrado la vida de al menos 280 personas, solo, en ataques contra iglesias

EDUARDO S. MOLANO

Nochebuena de 2010. Nueve explosiones en barrios cristianos de Jos y otras localidades del Estado de Plateau, al norte de Nigeria, dejan un saldo de al menos 80 muertos. Rápidamente, la autoría criminal es asumida en un comunicado por la milicia islamista Boko Haram.

Sin embargo, desde el primer momento, el Gobierno de Abuja niega la mayor: “El modus operandi no pertenece a este grupo armado. Nunca, hasta ahora, se han producido atentados contra la comunidad cristiana de tal envergadura en nuestro país. No son ellos”, aseguraba entonces Abdulrahman Akano, portavoz policial del Estado, quien recordaba que los enfrentamientos en el pasado entre los rebeldes (700 muertos solo en 2009) y el Ejército siempre contaron con un componente político.

Dieciocho meses después de producirse estas declaraciones, al bueno de Akano las cifras tan solo le dejan en evidencia. Desde el atentado de la ciudad de Jos, más de 280 feligreses han perdido la vida en ataques de Boko Haram contra centros religiosos cristianos. Otras 800 personas, en atentados con el único credo de la barbarie.

Y la última de estas acciones no puede ser más reciente. El pasado domingo, cerca de una treintena de personas eran asesinadas en tres explosiones coordinadas contra iglesias del Estado de Kaduna .

“Estos ataques tan solo son una venganza por destruir nuestras mezquitas y convertirlas en centros para el consumo de alcohol y de prostitución”, denunciaba en un comunicado Abu Qaqa, portavoz del grupo islamista.

Ya nadie pone en duda la veracidad de estas palabras. Es más, los recientes ataques de la milicia radical tan solo han servido para avivar un conflicto religioso de sangrientas consecuencias para ambas comunidades.

En las últimas horas, al menos una treintena de musulmanes (ajenos a la violencia sectaria de Boko Haram) han sido asesinados en el Estado de Kaduna, mientras que varias mezquitas fueron incendiadas. No en vano, recientemente, Ayo Oritsejafor, líder de la Asociación de cristianos de Nigeria había exhortado a sus parroquianos a defender las iglesias de “cualquier modo posible” .

Mientras, Boko Haram sonríe. Poco a nada ya queda de aquellos 200 estudiantes universitarios que, en 2002, ante la crisis económica que asolaba el país, decidieron establecerse junto al líder religioso (ya fallecido) Mohammed Yusuf en un campamento cercano a la frontera con Níger para el estudio del Islam. Ahora, su currículum educativo es otro: 44 muertos en diciembre de 2011 en una iglesia de Madalla ó 38 fallecidos en un centro religioso de Jos son solo algunos ejemplos de sus nuevos “méritos” sectarios. Siempre sin olvidar, eso sí, que las muescas de la cruzada criminal de Boko Haram cuentan con tantas bajas musulmanas como cristianas.

Porque como reconocían recientemente en una entrevista a este diario  John O. Onaiyekan, arzobispo de Abuja, y Abubakar Siddeeq, imán de la Mezquita Nacional, víctimas son ambas comunidades.

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