CLAVES DE LATINOAMÉRICA

El Consenso de Buenos Aires sustituye al de Washington

Estímulos y dirigismo del Estado se extienden incluso en países avanzados, lo que en Latinoamérica puede traducirse en mayor populismo

La Casa Rosada, sede del Poder Ejecutivo de la República Argentina ABC

Emili J. Blasco

La política económica en los principales países del mundo está experimentando un cambio de paradigma: estamos pasando del llamado Consenso de Washington que se asentó en la década de 1980 a lo que en estos momentos algunos autores denominan el Consenso de ... Buenos Aires , echando mano de Argentina no por otra razón sino por su insistente populismo económico, al que ahora incluso los países avanzados parecen encaminarse. Permutamos una era de «laissez faire» por otra de cierto dirigismo.

Nada más simbólico en este giro que la recomendación de gasto público hecha en esta crisis pandémica de Covid-19 por el Fondo Monetario Internacional , rompiendo con políticas de control de gasto que tuvieron su última gran defensa durante la crisis de 2008. El FMI fue décadas atrás el principal prescriptor del Consenso de Washington, junto con el Banco Mundial , de ahí lo significativo del viraje.

A pesar de que la nueva etiqueta toma el nombre de la capital argentina no se trata de algo circunscrito a Latinoamérica. En realidad, como epifanía del cambio, es mucho más importante lo que se está produciendo en economías con gran tradición liberal como Estados Unidos o Reino Unido . No obstante, diversos gobiernos latinoamericanos se encontrarán especialmente cómodos, en una situación de «vuelta a casa», justo cuando podría estar iniciándose de nuevo un ciclo político de izquierda en la región.

Los Kirchner y Brasilia

El término Consenso de Buenos Aires no es nuevo, pues se ha usado algunas veces para referirse al apego argentino a políticas económicas de intervencionismo estatal, proteccionismo comercial y alta dependencia social del presupuesto público. Son rasgos de un peronismo en el que el país se atrincheró cuando en América Latina se aplicaron las recetas liberales (la izquierda las llamó neoliberales) del más extendido Consenso de Washington.

Para salvar la región del colapso en el que se encontraba, el Consenso de Washington recetó la apertura comercial, el equilibrio macroeconómico y la ortodoxia presupuestaria, y requirió la salida del Estado de empresas, sectores y bancos . Estas medidas permitieron superar la grave crisis de la deuda que se había dado entonces y poner las bases para el desarrollo conocido después... salvo en Argentina. A pesar de los cambios que quiso introducir el recientemente fallecido Carlos Menem , el gobierno argentino volvió enseguida con Kirchner y su sucesora esposa al espíritu del corporativismo. Y ahí sigue ese gran país del cono sur sudamericano, enredado con la deuda y sus tiranteces históricas con el FMI.

El éxito de la expresión Consenso de Washington llevó a que con el supuesto «milagro» brasileño de Lula da Silva algunos hablaran de Consenso de Brasilia . Se presentaba como la promesa para los países en desarrollo de que podían conseguir crecimiento económico, inclusión social y democracia simultáneamente (frente al neoliberalismo, que dejaba los aspectos sociales de lado, y al modelo chino, que no incluía ni libertades ni derechos humanos). Pero el posterior declive de Brasil y la constatación de que el manual de instrucciones brasileño también requería fuertes dosis de corrupción apagaron el neón de Brasilia. Por otra parte, hoy hay gobiernos que ya no se ven obligados a tener que incorporar el ingrediente democrático, pues convenientemente para ellos China ha roto los moldes con una revolución industrial que no lleva a la democratización.

Estímulos por el Covid-19

China no solo no ha sucumbido al modelo liberal, sino que está contribuyendo a expandir un canon de mayor dirigismo económico . En las sociedades occidentales, por fenómenos diversos, muchos de ellos relacionados con las últimas crisis, como es el caso del deterioro de la clase media, el votante medio se está alejando del «laissez faire». Así lo advierte desde Estados Unidos el analista de riesgo político Marko Papic , que en su reciente libro «Geopolitical Alpha» pronostica una era de mayor intervención de los poderes públicos en la economía. Hay que «comenzar a prepararse para el dirigismo, en el mejor de los casos, y directamente socialismo, en el caso extremo. La explosión del estímulo fiscal solo es el comienzo », advierte, en referencia a los amplios paquetes de ayudas aprobados por los gobiernos de casi todo el mundo para afrontar la situación provocada por la pandemia.

El Covid-19, no obstante, no es la causa del cambio de paradigma, pues este ya se había manifestado antes. Que Trump estuviera en contra de la prudencia fiscal, el libre comercio, la no interferencia en los mercados y la independencia de la Reserva Federal y que tuviera amplio apoyo en la sociedad capitalista por excelencia muestra el cambio en la dirección del viento.

Pilotar el avión por mayoría

Papic reivindica la expresión Consenso de Buenos Aires para la nueva era, no restringida al ámbito latinoamericano sino aplicada al conjunto del sistema internacional . Advierte que hoy el péndulo de la política económica está girando a la izquierda, como se está viendo ahora en una respuesta fiscal y monetaria que es completamente opuesta a la puesta en marcha en 2008-2009. Y anuncia que en la próxima década se acentuará una política fiscal y monetaria no ortodoxa, un aumento de casos antitrust, una mayor flexibilización fiscal, un incremento de las presiones regulatorias selectivas y la subida de impuestos a las rentas más altas y a las ganancias el capital. « La transición del Consenso de Washington al de Buenos Aires dominará la próxima década », asegura, siendo esto más relevante para el mundo que la pugna entre Estados Unidos y China, el proceso de integración en la Unión Europea o la revolución tecnológica.

En el caso de América Latina, una tierra históricamente abonada para el populismo­, se notará especialmente la demagogia en términos económicos. Si el Consenso de Washington se caracterizó, en expresión de Papic, por « sacar la democracia » de la política económica (estableció unas políticas de ortodoxia económica apadrinadas desde fuera y al margen de los vaivenes ideológicos de los gobiernos de turno), ahora volverá a « entrar la democracia » en ella (intentar satisfacer a las mayorías sociales independientemente de la conveniencia de determinadas medidas para el equilibrio macroeconómico). «Tú no harías volar un avión democráticamente, ¿entonces por qué operarías un banco central o la política fiscal con el imput de los votantes?», pregunta irónicamente Papic.

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