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Compromiso para adoptar posiciones comunes en los foros internacionales

Vicente Fox y José María Aznar, durante la presentación y firma del Fondo para la Pequeña y Mediana Empresa Mexicana Auxiliar del Sector Turístico ayer en la Casa de América. Jaime García

La Unión Europea e Iberoamérica se proponen ajustar sus posiciones en los próximos foros internacionales, tal como ha venido sucediendo en las últimas ocasiones. No es que Centro y Suramérica estén cambiando su orientación geoestratégica hacia Estados Unidos, pero es un hecho que la Unión Europea ha aumentado enormemente su influencia política en un continente que hasta ahora era un coto cerrado de Washington.

Despidiendo al presidente mexicano, Vicente Fox, José María Aznar destacaba el hecho de que la Unión Europea y México hayan mantenido «posiciones idénticas» en las Naciones Unidas, tanto en el Consejo de Seguridad como en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra o en la cumbre de Monterrey, cohesionados «por el peso de los valores que defendemos». Una trayectoria que el encargado de política exterior de la UE, Javier Solana, se ha encargado también de resaltar como la consecuencia más importante de una relación política cada vez más intensa que «es un hito fundamental para la construcción de un proceso de globalización más justo, más equilibrado».

Balance espectacular

El balance de los últimos dos años de relaciones euro-latinoamericanas no puede ser más espectacular: el acuerdo de libre comercio con México funciona a buen ritmo y ahora se ha firmado ya otro con Chile que tiene probablemente las propuestas más audaces del mundo en materia de intercambio comercial.

Algunos como Hugo Chávez se quejan de que este tipo de cumbres «no sirven para nada», pero hasta el presidente Cardoso de Brasil, uno de los más críticos sobre los escasos resultados concretos de la reunión, reconocen en privado que a pesar de todo el europeo es un buen ejemplo y que a Washington «no le costaría tanto» seguir las políticas de cohesión europea y colaborar más decididamente en el desarrollo de los países iberoamericanos.

«Discreta promesa»

El comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy, ha dicho en esta cumbre que la Unión tiene «asuntos extremadamente importantes que defender en América Latina» y que su objetivo estratégico es que en ningún país de este continente «nos puedan decir que la opción europea no está presente».

Para Aznar, esta cumbre ha sido «el mejor ejemplo de las ventajas del libre comercio con Europa» y aunque los países de Mercosur se han ido con tan sólo una discreta promesa de mantener viva la ilusión del proceso negociador, nadie se ha atrevido a culpar a Europa de los problemas que enrarecen el panorama económico en el cono sur de América, especialmente en Argentina.

En la declaración final, el llamado «Compromiso de Madrid», Europa e Iberoamérica dicen que están de acuerdo, entre otras cosas, en apoyar el establecimiento de la Corte Penal Internacional, asunto en el que Estados Unidos ha perdido interés pero podría verse en una incómoda minoría. México, que según fuentes europeas ha sido un gran aliado en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, es el único país iberoamericano que ha encontrado problemas para que el Parlamento ratifique su participación en el tribunal, pero mantiene su apoyo político al proyecto.

Aznar dio por hecho también que los presidentes comunitarios se pondrán de acuerdo en la cumbre de Sevilla para llevar una posición común a Johanesburgo a fines de 2002, que es la continuación del foro mundial de Monterrey sobre desarrollo sustentable. El presidente Fox dijo que México se proponía lograr que los iberoamericanos se sumasen a la posición europea. Aders Rasmunssen, el primer ministro danés y próximo presidente de la UE, se comprometió a mantener la misma política que ha seguido la presidencia española en este campo y de hecho la primera reunión con Mercosur se dará ya bajo presidencia danesa.

Andinos y centroamericanos

La Comisión se considera satisfecha porque ya ha puesto sobre la mesa los futuros acuerdos con los andinos y con Centroamérica, aunque se esté hablando de varios años solamente para empezar a discutirlos formalmente. El presidente de la Comisión, Romano Prodi, acepta que cada grupo regional ha de tener un tratamiento diferente, «porque si queremos esperar a que todos los países lleguen a los estándares de Chile ¿quién sabe cuando tendríamos tratados?», pero insiste en que no tiene sentido empezar a negociar los acuerdos con los países andinos antes de que estos países hayan llegado a un acuerdo entre sí sobre libre comercio interno y unidad de aranceles externos.

Por ello, aunque para muchos la cumbre de Madrid no ha tenido resultados evidentes, ni va a cambiar en lo inmediato la situación en Iberoamérica, no se puede negar que ha empezado a consolidar una alianza estratégica que sirva de contrapeso a la abrumadora influencia de Estados Unidos al otro lado del Atlántico.

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